“Desorden ficcional”, por Cintia Córdoba


Historia Feminista de la literatura argentina. En la intemperie: poéticas de la fragilidad y la revuelta dirigido por Laura Antonella Arnés, Lucía María De Leone y María José Punte. Villa María, Eduvim, 2020, 592 páginas.


Se incrementa notablemente dentro y fuera del tejido académico, un afán por revisitar el pasado de casi todo con prismáticos feministas. Volver a leer, volver a historizar, analizar el sesgado canon de la historia de la literatura argentina al calor de las profundas transformaciones políticas que promete el feminismo como (re)naciente programa revolucionario, esa es la propuesta de esta empresa en seis tomos. No podemos sino recordar también que la crítica literaria como práctica social se encuentra atravesada por fuertes preocupaciones históricas que la trascienden en su sentido de mera evaluación estética, prueba de ello son los canónicos análisis de consagradas obras que realizaron, por poner algunos ejemplos, tanto el estructuralismo francés como el marxismo, análisis que devinieron ellos mismos paradigmas de lectura. En este sentido el feminismo parece constituirse en una nueva clave hermenéutica.

El conjunto de análisis de la secuencia histórica que presenta este primer tomo, que va desde los años 90 hasta nuestros días, parece revitalizar el viejo dilema entre autonomía y politización de la literatura aunque sin retrotraerse a sus expresiones sartreanas mediante un insistente planteo que señala que tanto las formas de presentación discursiva, la lengua, como las temáticas, son elementos conductores de disonancias existenciales y, en este sentido, productoras de una potencialidad política que desde siempre porta la literatura. Una literatura que, como se afirma en el prólogo de esta historia, “atraviesa los límites de la letra y de este modo se niega a ser objeto estético pasivo”. Acaso esta serie de reflexiones sobre la naturaleza del quehacer poético-literario logre contornear una escritura feminista contemporánea que resuena como programa en el que, a partir de una diversidad de estilos y géneros, es posible, no obstante, señalar la confluencia de una serie de operaciones estéticas que producen discontinuidades con respecto a la literatura anterior. Una poiesis (acto creador) situada en un “entre” de tensiones: fragilidad y revuelta.

Los distintos artículos presentes en este tomo, subrayan cómo los nuevos campos ficcionales se constituyen en “focos de resistencia artística ante las narrativas estéticas y político-sexuales neoliberales” al tiempo que actualizan prácticas que buscan “sacar lo poético de su residencia habitual”, intentando vencer nada más ni nada menos que “la fuerza de gravedad del hombre”. Pero esta empresa menos elucidada que sentida, menos pensada que soñada, requiere definir con claridad esas operaciones que refractan un deseo subterráneo y común. Se contornean los esfuerzos que se dirigen específicamente a producir una serie de procesos creativos para superar una literatura inerte. Una conclusión posible luego de su lectura, en consecuencia, es la de palpitar estos tiempos aunque la sentencia última nunca nos corresponde a lxs propixs contemporánexs de los procesos como un momento de una literatura feminista. Sin duda asistimos a una creciente relevancia y/o presencia de las escritoras mujeres, y sin duda, se producen ciertos anudamientos temáticos, basta con leer detenidamente las concatenaciones presentes que ofrecen los diferentes apartados, pero no será un criterio sociológico o estadístico el que permita construir una afirmación como esta. Sus filiaciones están dadas por “operaciones” que se van encarnando de diversas maneras, en las diferentes obras. Y parecen ser estas operaciones comunes las que pretenden ser trazadas como constelación en un universo siempre más extenso.

Varios de los artículos en los diferentes apartados insisten en postular la precariedad, entendida como la postula la filósofa Judith Butler, como una dimensión buscada por la literatura reciente en el que el impulso de conservación, que se narra indistintamente a veces como un logro y otras veces como lo que no se alcanza, es a la vez un grito de desobediencia frente a los regímenes cisheteronormativos que regulan los modos de habitar los espacios y la circulación de los afectos, los cuerpos y las sexualidades. Deshecho y resto, puede ser un destino alterable ese lugar ficcional en el que “se espera que estemos”, y que las distintas obras analizadas y de infinitas maneras aluden. Una novedosa forma de la epopeya en la que no hay más héroes ni heroínas, sino productorxs de tramas, redes que producen incluso su contracara: el borramiento del yo. Deshechos constituye el nombre que desde hace un tiempo hasta acá ciertos análisis políticos utilizan para caracterizar el rostro del capitalismo global (Rinesi, 2019) y la literatura contemporánea lo vuelve carne en el lenguaje, en los paisajes construidos, en los territorios revisitados, en las vidas narradas. Esta operación es precisamente la que da lugar a ese polo de la tensión que postula esta historia feminista de la literatura: la fragilidad.

Al mismo tiempo esta lectura parece producir otro saldo: la posibilidad de concebir una nueva forma política de la literatura. Una literatura que, como sostiene Rancière (2011), hace política en tanto literatura y su acto subversivo se despliega sobre su propia materialidad y sobre su uso intransitivo. Muchas de las obras y las experiencias estéticas que se analizan, son aquellas que, estableciendo una nueva relación entre lo prosaico y lo poético, intervienen “el reparto de lo sensible”. Esta innovación, como sostiene el filósofo francés, estriba en una “nueva manera de ligar lo decible y lo visible, las palabras y las cosas”. La creación literaria, que nunca es la mera imitación de las cosas o la simple pretensión de narrar la desigualdad con fines pedagógicos, puede a través de la alteración de sus propias reglas producir un desorden ficcional que pone en jaque los viejos circuitos que garantizaban de antemano el status literario.

El feminismo no determina por sí solo algún régimen de expresión singular, pero puede ser el motor que produce los desajustes para que las palabras, las frases, las figuras de los textos de la retórica dominante estallen de mil maneras. No será una buena o nueva referencia a los asuntos humanos, ni su readecuación al mundo cambiante el signo de la revuelta, sino la construcción de una nueva poética capaz de producir los desarreglos necesarios para ampliar el propio universo de la creación literaria que se estanca en un mundo dominado por el mercado de los bienes simbólicos y el desplazamiento de lxs muchxs en su participación. Esta forma de entender la política de la literatura hace colisionar la política misma como simple “fuerza denunciatoria”, y las nuevas interpretaciones que abren estas lecturas alteran las formas de visibilidad y hacen tambalear la consagrada distinción entre interpretación y transformación del mundo. Si como sostiene George Steiner, una buena lectura paga una deuda de amor, gran parte de la lectura política que se realiza en este tomo lo hace en la potencia de su paradoja, la de sustraer la fuerza de la creación al orden de la materialidad de las cosas.



Rancière, J. (2011Política de la literatura, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2011.

Rinesi, E. Restos y desechos. El estatuto político de lo residual en la política, Buenos Aires, Caterva, 2019.

Comentarios