“Homero, viejo compañero del presente”, por Felipe Benegas Lynch



Un verano con Homero, de Sylvain Tesson. Traducción de Robert Juan-Cantavella. Madrid, Taurus, 2019, 265 págs.


No resulta fácil escribir sobre este clásico de clásicos. Como buen aventurero, Sylvain Tesson avanza temerario sobre las tierras homéricas para dejar su huella.
Un verano con Homero es la adaptación que el escritor francés hizo de un programa de radio que realizó para la emisora France Inter. En un primer momento le habían pedido que hablara acerca de Jack London, con quien tiene evidentes afinidades. Tesson, sin embargo, prefirió desempolvar su Ilíada y su Odisea –que no leía desde la primaria– para encarar un desafío mayor.
Uno de los principales valores del texto es su anclaje en el presente: Homero no es una cuestión exclusiva de eruditos ensimismados, sino que es una invitación para zambullirnos en el mundo cuando el mundo parece –ser humano mediante– haber entrado en un deterioro sin retorno.

Dejémonos absorber por unos cantos inhumanamente sublimes. Nos servirán de guía en la niebla de nuestro tiempo. Porque se nos vienen encima unos siglos terribles. Mañana habrá drones vigilando un cielo intoxicado de dióxido de carbono, robots controlando nuestras identidades biométricas, y estará prohibido reivindicar una identidad cultural. Mañana, diez mil millones de seres humanos conectados unos a otros podrán espiarse en tiempo real. Las multinacionales nos ofrecerán la posibilidad de vivir unas cuantas décadas más por medio de operaciones de cirugía genética. Homero, viejo compañero del presente, puede conjurar esa pesadilla poshumanista. Nos propone una actitud: la de un hombre abierto a un mundo iridiscente y no criado en un planeta menguado. (23)

El texto de Tesson es de 2018. Habría que ver qué opina del mundo en 2020. Uno de sus argumentos principales para destacar la vigencia de las obras de Homero es que desmienten la ilusión de progreso:

El poema homérico es imperecedero, porque el hombre, sí acaso, cambió de vestimenta, pero sigue siendo el mismo personaje, igual de miserable o de grandioso, igual de mediocre o de sublime, ya vaya ataviado como un guerrero en la llanura de Troya o espere un autobús bajo una marquesina del siglo XXI. (21)

El libro está organizado en ejes temáticos: “¿De dónde proceden estos misterios?”, “La geografía homérica”, “La Ilíada, poema del destino”, “La Odisea, el orden de los días antiguos”, Héroes y hombres”, “Los dioses, el destino y la libertad”, “La guerra, nuestra madre”, “La hibris o la perra rabiosa” y “Homero y la belleza pura”.
Tesson cita abundantemente las obras, las paladea y las disfruta. Se imagina a un poeta ciego “enamorado” (255) de un mundo que ya no ve, pero que siente –como el hacedor borgeano– infinitamente en la memoria del cuerpo:

Seguro que disfrutó de navegar, de pescar, de pasar la noche al raso en las colinas, de emborracharse bajo las estrellas y de olisquear el grano de las cosechas. Vio las aves rapaces cazando tórtolas, al mar furioso asaltando la borda de las naves y a los carneros de regreso en el oro del atardecer. (255)

Ahora más que nunca vale la pena embarcarse en la aventura de Tesson y observarnos desde la distancia de las luminosas islas griegas a través del prisma de estos  poemas primigenios. Ahí encontraremos “la maldición de la guerra”, que sigue asolando al mundo, pero también la “posibilidad de un isla” (19), tan necesaria entonces como ahora.
Sylvain Tesson nació en 1972. Aventurero y escritor, presidente de la Guilde Européene du Raid, es autor de numerosos ensayos y relatos de viajes, entre ellos L'axe du loup. Su volumen de relatos breves Une vie à coucher dehors, inspirada en sus andanzas, reportajes y documentales, recibió el Goncourt de Novela Corta 2009. Dans les fôrets de Sibérie fue galardonado con el Premio Médicis de Ensayo 2011, y Berézina con el Premio des Hussards 2015.

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