“Invenciones de una infancia”, por Miryam Pirsch
Adiós, Chester Binder, de Ángeles Durini. Buenos Aires, Santillana, 2022, 79 páginas. Escribir sobre la infancia es, tal vez, la forma más explícita de presentar lo que la literatura tiene de artificio y de representación. Si los recuerdos se construyen de impresiones, recordar la infancia se construye con impresiones que se nutren de un campo sensorial absolutamente diferente del que tiene el o la adulta que recuerda. El sabor de la madalena, la suavidad de la mascota, las dimensiones de los espacios pasan por un doble tamiz hasta que se convierten en literatura. Adiós, Chester Binder pone en verso un recuerdo en doble grado: Ángeles adulta recuerda a la niña Ángeles que vuelve a la que fuera su casa pero que se ha convertido en colegio. La niña que ahí vivió y compartió el caserón con toda su familia ahora regresa como alumna a un espacio que le expresa su ajenidad a través de la ruidosa presencia de una multitud infantil que ni el pasto ha dejado (“Mi jardín/era el silencio.