“Bestias de compañía” por Jimena Néspolo



Una fábula sencilla, de Matías Néspolo. Barcelona, Candaya, 2024, 192 páginas.


Aquí los animales se multiplican al compas del tamboril de las hablas hispanoamericanas, al punto que incluso el catalán se suma como una variante más para universalizar la fábula. Escenas metafóricas que anticipan la acción y que luego, en el suceder del relato, se evidencian como luctuosas piezas de un zoológico de cristal hecho de referencias literarias. El tero que pone huevos por un lado y chilla por el otro, el sapo que se hace el muerto, acaso para quitarle el cuerpo a esas contiendas donde no se sabe vencedor o eficaz con sus hechizos, la gallina dogallada o el caballo loco que arrastra quién sabe qué carro… Proscenio de un mundo animal que alude a un canon cifrado en donde reverberan –claro está– Oscar Masotta, Horacio Quiroga, Oliverio Girondo, Antonio Di Benedetto, Roberto Bolaño, Alejandra Pizarnik y tantos más, sin impedir que la moraleja se imponga en el estertor del remate. 

Hay en Una fábula sencilla un tono sentencioso que se cuela por los entresijos de los capítulos dispuestos como un festival de doma, y que recuerda de a ratos tanto a las enseñanzas del Viejo Viscacha como a los consejos de Martín Fierro: “La única vez que lo vi con unas botas de potro fue por televisión, la noche que se mató. Había pasado a la ronda final del festival de Jesús María. (…) El animal se le voleó apenas lo soltaron del palenque con tal maña que al tocar tierra lo desnucó. No sé por qué me acuerdo de todo esto ahora. Supongo que asocio la prolija vanidad del correntino con la de Jimmy. Y me imagino que a él también le vendrían grandes las botas de potro del festival en el que se había metido” (pág. 76). 

Carlos Astrada lo analiza en profundidad en El Mito Gaucho (1948): José Hernández vislumbró una verdad esencial a la que dio forma de poema, esa verdad es el gran mito nacional que yacía oculto y larvado, perdido en la “intemperie cósmica” de la pampa. Para el caso, lo interesante del análisis axiológico de Astrada es que –según explica– en el mito gaucho se concentran dos polos, uno positivo y otro negativo, que vendrían a completar la dialéctica sarmientina civilización/barbarie, otorgando a esa antinomia fundacional una reflexión más acabada. En el poema de Hernández, esos dos polos de la dialéctica axiológica estarían expresados en las figuras de Fierro y de Viscacha, ambos son gauchos que asumen una ética diferente y trazan el arco ontológico de las posibilidades del ser argentino: de los consejos de Fierro se desprende una ética de la hermandad que vibra en el compás de las manifestaciones autóctonas de la cultura, tiende a la universalización de su ideario y propende a la realización plena del ser; de los consejos de Viscacha, al contrario, se desprende una ética utilitaria, mezquina y servicial al poder que termina en la frustración o el olvido. En el mito gaucho colisionan, por tanto, dos ideales totalmente antagónicos, uno revulsivo y otro reaccionario, que indistintamente son enarbolados. 


| Proscenio de un mundo animal que alude a un canon cifrado, sin impedir que la moraleja se imponga en el estertor del remate |


Una fábula sencilla se construye a partir de la voz de Gabriel, el narrador protagonista, un poeta silvestre y audaz que cuenta sus aventuras en clave de thriller mientras tritura “a lo bestia” recuerdos y lecturas, con el ritmo trepidante que le impone su alocada pandilla. Su mujer lo deja, otras mujeres le coquetean, pero eso no importa... Porque en toda novela negra, y esta de algún modo también lo es, lo que rige es el código de los hombres: Pater y Patrimonio son las impiadosas caras del mismo dios blanco que rige las ficciones del Capital. Por eso esta última novela de Matías Néspolo se sucede en Barcelona, a sabiendas de que la distancia no logrará conjurar el drama de este personaje nacido bajo el influjo del autor de Instrucción del Estanciero (1881). 

Los mitos son los nudos blancos del relato que la narratología contemporánea se esforzó por desatar y la lógica utilitaria del mercado entrega como bruta novedad de temporada: agazapados en los géneros cuentan una y otra vez la misma historia, definen la gramática de nuestra experiencia sin que la fantasía autoral se desvanezca completamente ni el consumidor/lector abandone su estatuto numérico. Los mitos hablan del drama de los pueblos del mismo modo que el código genético manifiesta el fatalismo de un cuerpo: ni mitólogos ni genetistas saben hasta dónde es posible torcer un designio. Pero Matías Néspolo lo intenta, y en la animalización del drama de estos poetas que habitan esa Babel furiosa cargada de sufrimiento la “vaca multicolor” (176)  de Zaratustra: vuelve a brillar.  


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