“La madre como (des)figuración”, por Carolina Bartalini
Honrarás a tu madre, de Ingrid Proietto.
Ediciones del Dock, 2017.
La última novela
de Ingrid Proietto –Honrarás a tu madre–
va hacia esas formas que indagan y rebalsan los lugares comunes, los clichés a
los que la sociedad nos tiene acostumbrados. En línea con textos como Lengua madre, de María Teresa Andruetto,
o El eco de mi madre, de Tamara
Kamenzsain, se trata de un texto que introduce en el universo de la realidadficción contemporánea la dupla
madre/hija. Es una novela epistolar que subvierte el género, dado que si bien
la narradora le escribe a alguien –una amiga, tal vez, una prima lejana, un
otrx que no termina de comprender las posibilidades reales de manipulación y despotismo
de esa madre ya mentada irónicamente en el título– a la vez el destinatario
imaginado parece ser la propia madre a quien la hija pretende –al principio
todavía muy “hija”– mostrarle y enseñarle cómo es; todo el daño que le provoca
incluso decirle que, más allá de eso, al fin y al cabo ha sido una “buena
madre” y que ella ha aprendido “bien” el complejo camino de volverse madre –de
sí misma y de su propia madre–.
¿Qué significa
en esta cultura ser una “madre buena”? La abnegación, el sometimiento, el “dar
todo” por los hijos, por el marido, por la casa y la familia, se han vuelto
formas vacías repetidas incesablemente en la ficción del mandato patriarcal. Si
la palabra “madre” se asocia inmediatamente con naturaleza, fecundidad,
acogedora crianza, el significante “hija” conlleva un sentido también
fuertemente impuesto en tanto a designios morales: honrar, cuidar, aceptar,
acompañar –más allá del “bien” y del “mal”–. Es sabido que las experiencias de
las hijas no son las mismas que las de los hijos (lamentablemente, nuestra cultura
todavía funciona de este modo). Las imposiciones a las “madres” conllevan
deudas que en supuesto las “hijas” deben cumplir. No son deudas económicas
–para eso están los mandatos a los hijos varones que deben “abastecer” e “idealizar”–
sino pautas más corrosivas, cargadas de la culpa cristiana y patriarcal. A la
madre se la “honra” porque ella enseña la “femineidad”, de ellas aprendemos a
ser “mujer”.
Todos estos
significados sociales están puestos en duda, revueltos, en Honrarás a tu madre. La madre no es la madre ideal y la hija no
sabe qué hacer con ella, cómo ser con
respecto a ella. ¿Cómo ser mujer, cómo ser madre, cuando el modelo íntimo es
un vacío tormentoso que convoca a la desintegración? La apuesta de la novela de
Ingrid Proietto es desacralizar la figura materna, y, entonces, toda la
impronta de la filiación en sí, del mandato sanguíneo. La narradora insiste en
que “llora de risa”. Gestos de lo femenino, el llanto y la risa, todo lo que
pervierte el orden de la razón, aparecen deshilachados, tensionados, como si
nada pudiera ser certero, nada seguro, cuando la figura de lo materno –mezquina,
manipuladora, suicida performática– se enfrenta con lo que “debe ser”. Pero más
allá de eso está la infancia, la perturbadora niñez de una hija que fue criada
para cuidar a sus hermanos menores, para aceptar sin preguntar, para soportar
todos los desquicios de la madre sean cuales sean –exagerados, por supuesto,
pero no menos corrosivos en esta cultura que impone a la “mujer” la locura como
condición–. La hija se rebela y en este gesto termina por comprender que la
madre, con sus actings suicidas y en
sus gestos destructivos también, está pidiendo eso que la hija quiere ser.
A las mujeres,
criadas para seguir estos estereotipos, nos cuesta tanto ver a nuestra madres
como mujeres –con sus aciertos y errores, con sus formas personales de vivir,
como se pudo, como han podido en las condiciones en y para las cuales fueron
también criadas– que se nos escapa lo que nos une a ellas. Este vínculo es más
poderoso cuando finalmente entendemos –generalmente demasiado tarde– que las
madres son también mujeres, como nosotras, que cargan con la cultura en la
piel. Para la hija comprender a la madre es una tarea difícil que se transita
en la novela como un proceso de devenir-mujer, devenir-madre. Para las madres,
eso llega tarde o no llega –criadas en otros tiempos, atravesadas por el
“honrar”.
Honrarás a tu madre no es entonces nada
parecido a un mandato, como pueda inferirse del título sarcástico, sino un
tratado irónico y corrosivo sobre la femineidad, sobre los lazos afectivos
entre hijas y madres, sobre el mandato patriarcal y, por sobre todo, una novela
que a cualquier lectora –más allá del género– la atraviesa en lo más íntimo:
¿cuánto de esas madres vive todavía en nosotras, incluso, cuando se hizo todo
lo posible por diferenciarse de ellas? ¿Cuánto de esas madres queremos que
persista, y cuánto quisiéramos recrear?
Desanidar los
tabúes sobre el género y la maternidad es un salto que debe encontrar nuevos
dispositivos de escucha, que produzcan nuevas maneras de leer y compartir el
terreno de lo vivo. La novela forma una comunidad de mujeres tematizada en los
vínculos éticos-afectivos entre las cuatro hermanas que resisten las
imposiciones de la Madre, un significado del orden patriarcal que regula las
formas de ser y actuar en el mundo. No es tanto la madre invocada, la madre
íntima y desquiciada, la figura que el libro de Ingrid Proietto pone en jaque.
Sino todo ese compuesto de arquetipos culturales sobre el ser “mujer”, sobre el
ser “madre”. El desafío, entonces, se presenta no como la ausencia sino como la
comunidad de la diferencia que permite la acción, la emoción y el respeto de
una y de las otras. Finalmente, ser madre
se vuelve un significante vacío al que se
honra con la palabra, en el diálogo imaginado e imaginante de lo materno
como persistencia y recreación.
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