“Escenas de la microedición libertaria”, por Laura Vazquez
El contexto
histórico en el que tienen lugar los primeros fanzines dedicados a la poesía,
el rock, el punk-arte, las historietas y la crítica entre otras formas de la
expresión underground es abarcativa de los años comprendidos entre el final de
la última dictadura militar en la Argentina, el resquebrajamiento
institucional, el sismo liberal y la crisis de los años noventa. Las pequeñas editoriales
y los colectivos de autores y autoras nucleados alrededor de búsquedas
estéticas y narrativas buscaron poner en entredicho un sistema de producción en
el que la contracultura fue asfixiada por el hacer dominante y los modos
funcionales de una industria servil a los mercados de turno. Esta creatividad
inusitada y de bajo presupuesto permitió introducir una serie de interrogantes
alrededor del sentido del arte y la jerarquización de la cultura. Más que
“resistencia” o gesto “rebelde” generacional el fanzine pone de manifiesto un zine
gráfico (y no restringido, por lo tanto, a fanáticos y/o aficionados) para
pensar prácticas editoriales divergentes y alternativas al modo de producción,
circulación y consumo de factoría editorial. Difícilmente pueda encararse una
investigación exhaustiva de estos medios libres que recorren de modo efímero la
escena de la contracultura argentina. Y sin embargo, todavía es posible
realizar lecturas y aproximaciones al objeto que permitan pensar la relevancia
social e histórica de estos papeles al viento.
En su
introducción el compilador y autor Alejandro Schmied, señala: “Imaginé este ʻlibro de fanzinesʼ como una plataforma
para pensar la edición en dos sentidos: uno historiográfico, recuperando
algunas tradiciones de la muy pequeña edición, y otro procesual, pensando
prácticas de puesta en circulación de distintos discursos –prácticas que
disputan hegemonía, voces emergentes en distintos contextos, y expresiones sobre
el mismo quehacer editorial–.”. Es entonces que comprendemos que la edición
artesanal no es necesariamente amateur (aunque podría serlo) ni mucho menos,
improvisada. La publicación de fanzines es ante todo, una elección autoral y
fija una posición profesional en el campo para disputar el sentido de una economía
de edición fuertemente experimental, autogestiva y crítica. Característico de
la escena indie o alternativa, el fanzine propone un soporte material (aunque
actualmente asistimos a la emergencia de fanzines digitales y que hacen uso de
las nuevas tecnologías) para la difusión estética y la difusión de contenidos
transformadores. Horizontales, colectivos e independientes funcionan, muchas
veces, como antesala de profesionalización autoral y promoción mediática.
Estéticas y narrativas que se plantean urgentes y necesarias para expresar,
intervenir y denunciar prácticas autoritarias y modelos hegemónicos del arte y
los medios. La insurgencia se propone, así, como una herramienta de lucha y el
fanzine resulta la plataforma (digital o material) ideal para vectorizar
contenidos radicalmente creativos. La calidad no es una búsqueda sino un
resultado en la mayoría de la oferta de microedición. Hay algo de “honestidad
brutal” en su hechura y confección: esto es lo que queremos decir, esto es
lo que somos. Gratuitos o de bajo precio, quienes los realizan son artistas
y trabajadores no remunerados por su oficio. Libro de Fanzines fue
editado por Alejandro Schmied e incluye textos de Julián Oubiña Castro, de
Roberto Barreiro, de Carlos Abraham, Rafael Aladjem y entrevistas y arte de
Tomás Spicolli. La publicación la realizó Tren en Movimiento en 2018. También
se incluyen trabajos, entrevistas e imágenes que acompañaron la muestra curada
por Alejandro Bidegaray y Alejandro Schmied exhibida en la fotogalería del
Centro Cultural Ricardo Rojas en agosto de 2017. Como argumenta en el prólogo
Schmied, la propia publicación es en cierto modo, un fanzine dado que “refleja
los intereses de su editor, hurgando entre el estudio académico, el ensayo
archivístico divulgatorio, y la voz que emerge de la propia práctica
editorial”. Así, la compilación es tan dúctil, imperfecta y heterógenea como lo
exigen los fanzines más militantes, activos, colectivos, e inevitablemente,
libertarios.
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