“Palitos de la selva”, por Micaela Nuebo


 

 

Criaturas dispersas, de Natalia Gelós. Buenos Aires, Leteo, 2022, 184 páginas.


 

“Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible”

Rilke

 



¿La manta polar color rosa chicle abriga o pervierte la inocencia del perro? ¿Lo aleja de su estado más salvaje o lo refuerza? Como en una de las narraciones que componen este libro, esa manta rosa chicle que nos alcanza editorial Leteo junto al arte de Lucas Frontera Schällibaum abriga desde su portada el espanto en la belleza. La autora dibuja con la palabra escenarios argentinos (entre otros) para detener la mirada en los animales que habitan el suelo, el aire, el fuego y el agua... Criaturas diminutas y otras bestiales, domésticas o salvajes. El resultado es un bestiario íntimo que cruza el umbral del oikos y se reúne con su indómita contemporaneidad.

La coartada de estas criaturas dispersas es la de representar la naturaleza, a través de estampas, pequeños relatos o anecdotarios que no evaden el golpe final de la fábula. Cada narración evidencia la contradicción caótica del hombre, el proceso cínico de destrucción que recuerda tanto a los cuentos de Horacio Quiroga (gallinas degolladas, plumas chamuscadas, mares llenos de sangre, elefantes fusilados) como al “mundo animal” dibenettiano: mariposas sufrientes apresadas en y por las personas, ratas silenciosas que deambulan entre los recuerdos de un difunto… Hay una angustia gozosa por las influencias y un intento por despabilarla en cada página.

La interacción de lo humano con la fauna es quizá el gran tema del libro: una abogada deja su trabajo para dedicarse a ser una bióloga que estudia los lobos; otra mujer decide soportar las marcas que dejan en su cuerpo los tigres con tal de no ejercer violencia sobre ellos… Así y todo, el conjunto de textos huye del encasillamiento, no adhiere a un género en particular; itinerante en su búsqueda estética va desde la crónica a la observación naturalista, de lo biográfico a la noticia de lo salvaje. Prosas atrapantes, con momentos poéticos, que nos invitan a pensar el terrible animal que somos.

 

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