“Macocos para armar” por Paula Labeur
Atlas Macocos (40 años de humor popular y contracultura. Y teatro ¡claro!), de Laura Cilento. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Libros del Rojas, 2025, 240 páginas.
El papel del creador de rompecabezas es difícil de definir, nos dice Georges Perec en su “Preámbulo” a La vida instrucciones de uso. Poco importa que la imagen inicial se considere fácil o difícil, lo que constituye la dificultad del rompecabezas es la sutileza del cortado: un cortado aleatorio producirá necesariamente una dificultad aleatoria, que oscila con una facilidad extrema para los bordes y los objetos bien delimitados.
Fácil o difícil, la imagen inicial la constituyen las cuatro décadas que cumplen en 2025 Los Macocos haciendo teatro. Comparten este aniversario con el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas que, como espacio de búsqueda y riesgo, los presentó en su escenario en la primavera democrática de los ochenta.
Llegaron con la formación inicial de Casablanca, Salazar y Joaquín Romero; en 1989 dirigidos por Sergio Rosemblat (capitán Vlat) estrenaron el primer espectáculo concebido desde cero con el grupo de actores definitivo (Daniel Casablanca, Martín Salazar, Marcelo Xicarts y Gabriel Wolf); incorporaron en 1991 al quinto integrante, Javier Rama, con funciones de director. Como banda de teatro con música de rock, fueron derivando desde el clown ingenuo hacia el varieté satírico y consolidando una comunidad de espectadores recurrentes religados en una experiencia común de risa y cultura teatral musical en vivo. En el Rojas, Los Macocos crearon y dejaron asentado su “metro patrón” artístico.
Cuarenta años después de estos inicios, el Rojas junto a la editorial Eudeba y Los Macocos vuelven a encontrarse en la colección Vidas de los Libros del Rojas con su remozada identidad gráfica de tapas blancas en la escritura de Laura Cilento y su Atlas Macocos (40 años de humor popular y contracultura. Y teatro ¡claro!).
Investigadora, docente, crítica y, en esta publicación, armadora de rompecabezas, Cilento elige, con sutileza en el cortado, dejar de lado la narración cronológica y nos propone, en cambio, develar las particularidades de la banda de teatro en el desplazamiento espacial por un territorio en el que los lectores reconocerán su propia historia de espectadores o se encontrarán como el turista amante de lo desconocido. De todos modos, tanto para aquellos viajeros que prefieren la seguridad del mapa o para quienes empiezan los rompecabezas por los bordes, el Atlas provee en la primera página del Dossier (34) una “Cronología de estrenos” que contempla año, lugar y dirección de cada obra desde ¡Macocos! de 1985, debidamente organizada en una tabla que puede funcionar para la lectura del volumen como un “Usted está aquí” con características de brújula temporal.
El cortado aleatorio de las piezas en 1. Denominaciones; 2. Arte y cultura; 3.Territorio; 4. Antepasados; 5. Autoridades, legislación y gobierno; 6. Población; 7. Política internacional y 8. Filosofía y pensamiento y un dossier de cuadros, fotos y mapas nos instala a primera vista en la familiaridad del formato de la enciclopedia o de la monológica guía de turismo. Sin embargo, al recorrer cada una de ellas nos encontraremos más cerca de un cuaderno de viajero que de las otras opciones. Como quien escribe frases pescadas al azar o breves historias locales, se anotan datos imprescindibles y olvidables en el mismo renglón, pegoteando tickets de museo, tarjetas de hoteles, posavasos de cartón, boletos de tren; cada ítem se despliega y se expande en un collage de géneros, textos narrativos, programas, chistes, listas, fragmentos de textos dramáticos, canciones, volantes, diálogos situados, fotos (que exceden a las agrupadas con los mapas y cuadros en el Dossier) y un abanico de voces –las que aporta la extensa bibliografía y aquellas que se desprenden de los testimonios de los doce entrevistados entre 2020 y 2025 (editores, dramaturgos, investigadores, actores, directores, el psicólogo grupal, espectadores, fans, coleccionistas) sin contar a cada uno de Los Macocos o dieciséis, contándolos.
| En el plan de viaje/rompecabezas que ofrece Cilento el lector podrá desplazarse en un recorrido que lo llevará de lo experimental a lo popular |
Así como el viajero del cuaderno encuentra el sentido en la dispersión porque tiene en su cabeza el viaje realizado, la voz autoral va enhebrando los múltiples segmentos en un texto polifónico que resulta sorprendente por sus inesperados hallazgos y siempre ágil y de lectura amena, hasta llegar a develar, en el encastre de las ocho piezas, la clave de esa estética que Los Macocos fueron delineando a lo largo de cuarenta años. Una estética tan reconocible como para llamarla con un adjetivo propio, “macocal”, o como para que cada uno de los cuatro (o cinco) integrantes sea reconocido y se reconozca en el sustantivo común “macoco”.
En el plan de viaje/rompecabezas que ofrece Cilento el lector podrá desplazarse en un recorrido que lo llevará de lo experimental a lo popular: en el laboratorio de investigación en la ficción humorística que genera el teatro de la banda, la popularización de lo experimental resulta de un balance que aúna lo familiar con la consolidación de un público que concurre a los espectáculos una y otra vez, y que reutiliza escenas y frases en la vida cotidiana, expandiendo el horizonte del escenario en el mundo. Viajará del under a la calle Corrientes y al teatro oficial. Cambiará de horarios. Pasará de sketchs yuxtapuestos enhebrados por la conexión temática a obras con desarrollo dramático y búsqueda de coherencia estructural y a las versiones macocales de los textos clásicos. Podrá recorrer una galería de antepasados. Apreciará una “escritura lavable” como dramaturgia propia de la dinámica autogestiva, con comienzo y sin momento de clausura, con la posibilidad de ejercer variantes y siempre abierta al grupo. Se cruzará con Les Luthiers y Los Redondos. Se detendrá a contemplar los dos mandamientos (“hay que ser buenos” y “no vale mentir”) hechos para ser violados y ser perdonados, como la forma de estos “cinco tipos que hacen humor” de sostener su compromiso voluntario de reunirse en torno de una tarea común: hacer teatro y hacer reír a la gente.
En la página 218 del Atlas, el lector viajero podrá disfrutar del “modelo terminado” del rompecabezas del diseño de tapa como un adelanto de lo que encontrará al llegar a la página 239. Allí habrá arribado al final de un recorrido en el que las piezas del rompecabezas que diseñó Laura Cilento hicieron encastrar cuarenta años de teatro, humor popular y contracultura -¡claro!- en la producción de la banda de teatro. Al fin, las palabras de la contratapa de Diego Capusotto funcionan como otra invitación a volver a comenzar el viaje: “Empecé a ir a ver a Los Macocos al Ricardo Rojas a fines de los ochenta”.
Muy buena reseña. Me encantó el libro.
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