"Por la totalidad perceptiva del arte (o la decadente nostalgia del remake)", J. S. de Montfort

Estética del aparecer, de Martin Seel. Madrid, Katz, 2011, 310 págs.

Debemos alegrarnos de la llegada a las librerías de Estética del aparecer del experto en el campo de la estética y profesor de la Universidad de Frankfurt, Martin Seel, al mismo tiempo que se hace necesario proferir un grito de alerta ante el hecho de que nos hayamos demorado diez años en tener una edición en castellano de este libro (y que ello se haya producido gracias a la arbitrariedad de  un subsidio del Instituto Goethe).
En primer lugar, debe saber el lector que el libro se propone una sistematización ampliada del artículo de Martin Seel titulado “Art as appearance: two comments on Arthur C. Danto´s After the End of Art”, publicado en 1998 en el volumen 37 de la revista History and Theory, donde refutaba el esencialismo que Danto adscribía a la obra de arte.
El intento de Seel tiene, en este libro, partida doble: sistematizar su teoría de la aparición (que supera las constricciones clásicas de la estética del ser y la estética de la apariencia) y (re)asociar a la filosofía del arte con la estética, alianza perdida durante la segunda mitad del siglo XX y defendida principalmente por Arthur C. Danto, ese situar el arte más allá de su aparición sensible. En otras palabras: la conceptualización del arte que se funda exclusivamente en la  mera teoría. Tesis que, por cierto, Tom Wolfe evoca de manera bien divertida en su libro recientemente reeditado La palabra pintada (Anagrama, 2010). En la segunda parte del libro Seel propone 12 tesis sobre la imagen que ofrecerían la aplicación de su teoría a ciertos aspectos contemporáneos.
La clave que hibridaría (y superaría) la oposición clásica entre estética del ser y la de la apariencia sería, según Seel, el modo diferente en el que se aprehende la aparición de los objetos. La apariencia (que serviría de guía) ha de considerarse como los modos de la aparición estética y su fuerza se fundamenta en el presente de lo que aparece (estética del ser), que se extiende más allá del presente y de la realidad (su ser-así que se perpetúa en la presencia de su aparecer).
Sobre los estados de la percepción, Seel distinguirá entre el estado del simple aparecer (percepción contemplativa), la aparición atmosférica (percepción estética),y la aparición artística (percepción de la obra de arte como una presentación en medio del aparecer).
La realidad del hecho artístico, según Seel, no sería pues un despiece deleuziano de conceptos en búsqueda de significados ocultos, sino más bien el resultado de una totalidad perceptiva, en la que se despliega una constelación de apariciones que significarían de un modo especial, debido a una organización precisa e individual de sus elementos constitutivos particulares. Es decir, que las obras de arte “son creaciones de un aparecer capaces de articular” (p. 148).
Por ello, no se trata de determinar la realidad del objeto (y conferirle unas cualidades esenciales como quería Danto), cuanto de atender a la indeterminabilidad del juego -kantiano- de sus apariciones, a su juego performativo. Ahora bien, ello exige del espectador una exploración interpretativa, imaginativa e incluso reflexiva de los objetos artísticos. Intención y voluntad, en suma. Implicación.
Pero veámoslo más claro con un ejemplo (p. 179): la obra Who´safraid of Red, Yellow and Blue IV (1969-70) de Barnett Newman puede ser considerada -al mismo tiempo- en las tres dimensiones propuestas por Seel. Como aparición visual no es más que el simple aparecer de una superficie multicolor, como aparición atmosférica resulta ser un cuadro que podría experimentarse “como una acentuación fuerte, poderosa y algo solemne del espacio donde está instalado”. En su aparición artística nos mostraría “la interacción de los colores como una dramatización de las posibilidades fundamentales de la pintura y la existencia misma” y así el cuadro representaría la “destrucción sublime de un orden de sentido composicional y cultural”.


En resumen, dependiendo de cómo dejemos actuar al lienzo sobre nosotros, tendremos las diferentes gradaciones del aparecer.
La importancia capital que se desprende de las gradaciones de la aparición es por cuanto que  Martin Seel reintegra las vanguardias artísticas adentro de una corriente más larga que tendría su punto de origen en la caverna platónica.
Esta precisión no es baladí puesto que nos sirve para, desde un sistema hegeliano, entender las manifestaciones actuales del mundo del arte que se refieren a la desaparición del individuo, la identidad en construcción o la fragmentación del discurso artístico. Manifestaciones que, dese el art-core hasta la recuperación actual del remake, se caracterizan por la presentación de presentes particulares en evanescencia. Que dichas manifestaciones se juzguen a sí mismas posthistóricas y postautónomas no hace más que ratificar la evocación artística de la ausencia y el vacío: esto es, su decadente nostalgia humanista.


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