“Escenas de la microedición libertaria”, por Laura Vazquez



 Libro de Fanzines, Alejandro Schmied (comp.). Buenos Aires, Tren en Movimiento, 2018, 192 págs.

El contexto histórico en el que tienen lugar los primeros fanzines dedicados a la poesía, el rock, el punk-arte, las historietas y la crítica entre otras formas de la expresión underground es abarcativa de los años comprendidos entre el final de la última dictadura militar en la Argentina, el resquebrajamiento institucional, el sismo liberal y la crisis de los años noventa. Las pequeñas editoriales y los colectivos de autores y autoras nucleados alrededor de búsquedas estéticas y narrativas buscaron poner en entredicho un sistema de producción en el que la contracultura fue asfixiada por el hacer dominante y los modos funcionales de una industria servil a los mercados de turno. Esta creatividad inusitada y de bajo presupuesto permitió introducir una serie de interrogantes alrededor del sentido del arte y la jerarquización de la cultura. Más que “resistencia” o gesto “rebelde” generacional el fanzine pone de manifiesto un zine gráfico (y no restringido, por lo tanto, a fanáticos y/o aficionados) para pensar prácticas editoriales divergentes y alternativas al modo de producción, circulación y consumo de factoría editorial. Difícilmente pueda encararse una investigación exhaustiva de estos medios libres que recorren de modo efímero la escena de la contracultura argentina. Y sin embargo, todavía es posible realizar lecturas y aproximaciones al objeto que permitan pensar la relevancia social e histórica de estos papeles al viento.
En su introducción el compilador y autor Alejandro Schmied, señala: “Imaginé este ʻlibro de fanzinesʼ como una plataforma para pensar la edición en dos sentidos: uno historiográfico, recuperando algunas tradiciones de la muy pequeña edición, y otro procesual, pensando prácticas de puesta en circulación de distintos discursos –prácticas que disputan hegemonía, voces emergentes en distintos contextos, y expresiones sobre el mismo quehacer editorial–.”. Es entonces que comprendemos que la edición artesanal no es necesariamente amateur (aunque podría serlo) ni mucho menos, improvisada. La publicación de fanzines es ante todo, una elección autoral y fija una posición profesional en el campo para disputar el sentido de una economía de edición fuertemente experimental, autogestiva y crítica. Característico de la escena indie o alternativa, el fanzine propone un soporte material (aunque actualmente asistimos a la emergencia de fanzines digitales y que hacen uso de las nuevas tecnologías) para la difusión estética y la difusión de contenidos transformadores. Horizontales, colectivos e independientes funcionan, muchas veces, como antesala de profesionalización autoral y promoción mediática. Estéticas y narrativas que se plantean urgentes y necesarias para expresar, intervenir y denunciar prácticas autoritarias y modelos hegemónicos del arte y los medios. La insurgencia se propone, así, como una herramienta de lucha y el fanzine resulta la plataforma (digital o material) ideal para vectorizar contenidos radicalmente creativos. La calidad no es una búsqueda sino un resultado en la mayoría de la oferta de microedición. Hay algo de “honestidad brutal” en su hechura y confección: esto es lo que queremos decir, esto es lo que somos. Gratuitos o de bajo precio, quienes los realizan son artistas y trabajadores no remunerados por su oficio. Libro de Fanzines fue editado por Alejandro Schmied e incluye textos de Julián Oubiña Castro, de Roberto Barreiro, de Carlos Abraham, Rafael Aladjem y entrevistas y arte de Tomás Spicolli. La publicación la realizó Tren en Movimiento en 2018. También se incluyen trabajos, entrevistas e imágenes que acompañaron la muestra curada por Alejandro Bidegaray y Alejandro Schmied exhibida en la fotogalería del Centro Cultural Ricardo Rojas en agosto de 2017. Como argumenta en el prólogo Schmied, la propia publicación es en cierto modo, un fanzine dado que “refleja los intereses de su editor, hurgando entre el estudio académico, el ensayo archivístico divulgatorio, y la voz que emerge de la propia práctica editorial”. Así, la compilación es tan dúctil, imperfecta y heterógenea como lo exigen los fanzines más militantes, activos, colectivos, e inevitablemente, libertarios.

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