“Menos que una lluvia (una llovizna)”, por Hache Pavón
Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejfec. Buenos Aires,
Entropía, 2015, 113 páginas.
Elogio
de lo inestable. Algo, por caso una novela, una máquina de escribir o una
libreta verde de notas cobra la apariencia de lo sólido. A primera vista pero,
sometido cualquiera de estos objetos a una segunda vista o, si la curiosidad o
el método del observador lo demandan, a una tercera, la solidez se desvanece en
el aire, en el movimiento o en la escritura de Sergio Chejfec.
Este
parece ser el método: caminar por una calle y una ciudad hermanadas por el
anonimato y dejarse cautivar por un objeto cualquiera. Después operar un pasaje
del objeto desde “el mundo real” hacia “el mundo de la ciencia”, se trata de
pensarlo, en esta instancia, como “un objeto de estudio”. Los nombres de los
primeros capítulos de Últimas noticias… remiten
a una epistemología ficcional: “Origen del ‘problema’” y “Modos de copiado”.
Sin embargo, más temprano que tarde, las analogías con el método científico
también se desvanecen, porque se trata de una ficción y al mismo tiempo de una
puesta en crisis. Caminar, dejarse cautivar y reflexionar sobre un objeto. Reflexionar
una y otra vez. Adoptar un punto de vista y otro y otro. Pero esta adopción,
dinámica, propicia un devaneo. No hay, Chejfec no parece necesitarlo, un rumbo
determinado.
Otro
pasaje (siempre el movimiento): desde la narración como vagabundeo físico hacia
el ensayo como devaneo mental. Chejfec, el narrador, camina, se detiene frente
a la vidriera de una tiende y dice: “Ese soy yo, miro con atención la libreta
verde que está junto a un florero angosto, para apenas dos flores, de un color
parecido” (pág.16). La temprana inscripción del “yo” en Últimas noticias… abre la dimensión del ensayo y favorece la puesta
en crisis del método científico. Se trata de una historia de la escritura,
desde la era manuscrita hasta la era digital, pero de una historia personal,
narrada y pensada desde las experiencias del “yo”.
Una
constante atraviesa todas las experiencias del “yo”: lo inestable. Chejfec
construye un diccionario y una fraseología a su alrededor, en sólo dos párrafos
por ejemplo nos habla de lo precario, lo inseguro, lo oscilante, de presencias
no muy firmes y de motivos siempre poco claros para escribir. Esta
inestabilidad, producto de los cambios de puntos de vista y de la reflexión
permanente, se ha vuelto un estilo que lo sustrae de las afirmaciones.
Una
salvedad (matizada): “¿Alguien puede sostener con seriedad que la escritura no
existe? Sería como negar la lluvia. Pues bien, el cuaderno al que me refiero
viene a presentar muchos de los lazos hacia lo escrito que se apoyan en la
oscilante disposición hacia esa creencia” (13). Dos actos de fe: creer en la
lluvia y creer en la escritura, dos actos que Chejfec necesita matizar (incluso
la lluvia se muestra vacilante). Descomponer la realidad mediante la
descomposición de la escritura, menos que una lluvia, se trata de una escritura
que se deshilacha como una llovizna, que se dice y se desdice en los
vagabundeos y en los devaneos del narrador. Ese es su placer: el de quien pasea
bajo una llovizna de otoño.
Qué difícil considerar la escritura una manifestación de lo real. Yo creo, considerando todos sus rituales (porque todos tenemos pequeños ritos para sentarnos a escribir -en el caso de que todos escribamos sentados-, tratando de plasmar algo que pensamos pero que termina siendo, quizás, otra cosa), que ELLA más bien, tiene los rasgos de la religión. Y quién podría decir que los dioses participan de lo real. La escritura es un rito que celebra la divinidad de la creación y sus caprichosos devaneos
ResponderEliminarLa reseña invita al lector a descubrir la capacidad que tiene la escritura para transformarnos,como "una semiosis infinita", permitiendo "PRODUCIR Y REPRODUCIR SENTIDOS",ayudando a reflexionar sobre la realidad. Felicitaciones tanto al autor de "Últimas noticias de la escritura" como a Héctor Pavón por poner en palabras la esencia de la obra.
ResponderEliminarAtte. Ramírez, Gladys.