“Arquitectura de una demolición”, por Corina Dellutri

 

La morada imposible, de Susana Thénon. Tomo I y II. Edición a cargo de Ana María Barrenechea y María Negroni. Buenos Aires, Corregidor, 2019.

 

“El poema es un puente que une dos extremos ignorados./ Pero también es esos extremos” dice Susana Thénon. La morada imposible nos habla de una poeta errante tras los pliegues del lenguaje. Un viaje caótico en el que a través de la danza, la fotografía, los saltos, las distancias, los silencios teje una arquitectura que dará forma a lo imposible.

Los dos tomos que componen la reedición de 2019 se despliegan ante los lectores como un mapa para recorrer esa casa imposible que es el lenguaje. Atravesar las páginas significa acercarse a la obra de Susana Thénon desde los bordes hacia el núcleo. La morada imposible reúne la obra publicada, parte de su trabajo fotográfico, poemas inéditos, algunas traducciones y la correspondencia que mantuvo con Ana María Barrenechea y con Treitel –su traductora– que despliegan la intimidad, pero también, una forma de ver, pensar y triturar la configuración del lenguaje.

Si bien Susana Thénon es contemporánea a Juana Bignozzi y Alejandra Pizarnik, su escritura es solitaria. Multifacéticos y mordaces, sus poemas son tembladerales que se niegan a ser encasillados. Quizá, se pueda decir que la obra tensa un arco en dos puntos diferentes: los poemas publicados entre 1957 y 1968 y los publicados a partir de la década del 80, distancias (1984) y Ova Completa (1987).

En sus primeros libros –Edad sin tregua, Habitante de la nada, De lugares extraños– clava la piedra fundacional: “Me niego a ser poseída por jaulas/ por palabras”. Navegar por esos poemas es como entrar a un río de meandros pronunciados donde el escollo siempre es el lenguaje, porque “el pensamiento trota bien uncido/ a un carrito de ruedas pentagonales”. No hay mundo posible sin la refundación. En estos poemas, lo profano, el despojo y la orfandad son el estado por excelencia. Si “poetizar brota del asombro” como dice Octavio Paz, en Susana Thénon el asombro deviene de la realidad construida en un lenguaje que raya, desborda lo propiamente humano: “Hagamos/ otros  dioses/ menos grandes/ menos lejanos,/ más breves y primarios./ Otros sexos/ hagamos/ y otras imperiosas necesidades/nuestras…” Estos versos del poema “Fundación” enuncian la búsqueda que vertebra el trabajo de su obra y que logra consolidar en los dos últimos poemarios.

En medio de esos extremos, hay un tiempo de –aparente– silencio (entre 1970 y 1982) en el que se dedica a la fotografía y a la traducción. Un deslumbramiento nace con la fotografía que “es capaz de sintetizar en una imagen lo que el poeta desarrolla en el tiempo”, dice Thénon. Es un tiempo prolífico en el que, si bien se aleja de su propia escritura, escribe a través de otro: Rilke. Un ejercicio que le permite explorar y a la vez, encontrar nuevas formas de decir, es el puente que le permite dar el salto. Traduce a Rilke y crea otra cosa a través del lenguaje y de la imagen. Se metamorfosea y es Thénon a través de los versos de Rilke: “Soy como una bandera circuida de distancias/ Adivino los vientos que se acercan, debo vivirlos”.

La estructura de esas traducciones funciona como material pre-verbal que cobrará forma a través de lo fragmentario en distancias (1984). Otra forma de articular el mundo a través de lo que no se ve. Así, dispone y juega con los espacios en blanco. Como picapedrera rompe la masa bruta, hurga en los huecos mudos la forma exacta.

 

25

no se dice     no

se dice    no decir

nada

 

esta noche    (nada)

la gangrena en el patio


Cincel en mano quiebra, muele y reinventa el lenguaje que en Ova Completa (1987) se vuelve ácido corrosivo donde a través de lo profano, el humor, lo grotesco, la ironía desarticula y compone otro juego. La transgresión de los géneros discursivos, la parodia de discursos son las operaciones con las que se arma. El título es un guiño al lector: Ova completa significa los huevos llenos. Los huevos llenos por la hipocresía, los huevos llenos por la petulancia: “Tú eres/ la gran poietisa/ Susana  Etcétera?/ Mucho gusto/ me llamo Petrona Smith- Jones”. La profesora viene de “de la Universidad de Poughkeepsie”, su objetivo aquí es armar una antología de poetas feministas de la Generación del ´60 “en vías de desarrollo”, “sin desarrollar” o “menopáusicas”, “en lo posible anoréxicas”, “en lo posible violadas”, pero eso sí “es una antología democrática”, por eso “por favor no me traigas/ ni sanas ni independientes”. Con esta potencia consolida con maestría su búsqueda.

Thénon tiene una idea clara sobre la lectura y su relación con la obra: quiere que quien lea sea un artífice, que “puede a su vez construir y demoler” para “que el lector se convierta en poema. En otro poema”. De ahí que La morada imposible sea una bitácora para conocer desde adentro aquello que se palpa en su poesía y, así, fundirnos en los extremos del poema.

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