“Susana Thénon, traficante de lo imposible”, por Mariana Palomino

 

Paraíso de nadie, Susana Thénon. Edición y prólogo de María Negroni, Buenos Aires, Corregidor, 2022, 384 págs.


Existe un archivo que guarda los papeles de Susana Thénon. ¿Qué hay ahí? Su voz. Escrita a mano, a máquina, tachada, grabada en casetes conversando, recitando, en lunfardo, en latín. Sus muchas voces, incontables veces leídas, ordenadas, fijadas en una versión posible y hoy editadas, al alcance de quien quiera leerlas. Este libro es un tesoro.

Aparece en un contexto de activas reivindicaciones del feminismo, a veinte años de la primera edición de La morada imposible (Corregidor, 2001 y 2004), donde María Negroni y Ana María Barrenechea recogieron los libros que Thénon había publicado en su vida y los pusieron nuevamente a circular, junto con fragmentos de cartas, poemas inéditos, textos críticos, fotos y traducciones; parte del material precioso que la propia Thénon dejó a su cuidado cuando enfermó. Esta nueva antología, Paraíso de nadie, contiene los poemas, las prosas y las traducciones del Fondo Thénon no publicadas, junto con libros y poemas sueltos hallados en bibliotecas de Estados Unidos. Concluye así la amorosa y ardua tarea de acercar todo el material a nuevas generaciones de lectoras y lectores.

Abrir el volumen es adentrarse en universos donde acecha lo inesperado, descubrir una multiplicidad aún mayor de registros que van del lunfardo al lirismo más aéreo, o se hunden hasta el fondo de la tierra. No es fácil reseñar un libro tan vasto y múltiple. Intentaré hacer una breve mención de los mundos que lo integran. El título pertenece a un verso de Papyrus, uno de los poemarios sin fechar en los que resuenan la búsqueda estética de distancias (publicado en 1984, cuya escritura había comenzado Thénon en 1967), así como el deseo, el cuerpo, el amor y el acecho de lo real. Les siguen el arte poética contundente y luminosa de las “Notas sobre poesía”, y la transcripción de una entrevista de 1983 que le hizo Renata Treitel, traductora de distancias al inglés, en la que Thénon explicita los principios y exploraciones que articulan su búsqueda.

A la poesía en verso pertenecen cinco series incompletas (El enmascarado; El huésped; Amor, ave prohibida; El tiempo propio y Flor sin nombre), cuya lectura expande el mapa de imágenes e indagaciones de los primeros años de su producción poética, y un apartado de poemas sueltos inéditos, algunos sin fechar y otros (los últimos) agrupados al final por su afinidad con la impronta aguda, desfachatada y corrosiva de Ova completa, su último libro publicado en vida.

Las prosas integran la segunda parte de la antología. Sorprendentes por su lucidez (y su acidez), en ellas se tejen profundas complicidades, enunciados y escenas de una libertad por momentos exuberante. La Transgresión o La guerra de las criaturas, utopía feminista en clave de ciencia ficción (aunque con esta autora las clasificaciones son siempre inestables); “Crónica social”, breve dedicatoria a Barrenechea escrita a cuatro manos con Pizarnik; “Retrovidencia”, “Advertencia al lector” y “Padre nuestro que estás en los cielos” atestiguan que la prosa thenoniana es un suelo fértil donde la invención cabalga desbocada, la lengua se desata y junto con la ironía y la demolición rigurosa de lo establecido, fulguran la ternura, los juegos sonoros y las asociaciones surrealistas. En esa veta, como una manifestación del goce de transitar lenguas y registros dispares, hay en el Paraíso dos traducciones al latín: un bolero y un tango, y otra más seria, del griego (la “Apología de Sócrates” de Platón), que corresponden a su época de estudiante de Letras clásicas.

Dos voces y varias manos acompañan este libro: la de Negroni desde el prólogo, donde relata su primer encuentro con Thénon, el nacimiento del Fondo en el Archivo de Investigación en Arte y Cultura “Dr. Norberto Griffa” de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y del grupo Palimpsestos dedicado a su investigación, y la de Analía de la Fuente, integrante del grupo, quien traza al final un mapa del tiempo donde sitúa cronológicamente los textos.

Son curiosas las formas en las que llegamos a los lugares. Curiosos los tiempos que los erigen, la materia que los funda. La palabra: “mira la nada/ si te pronuncio/ cómo se puebla” (p. 231). El silencio: “poema/ yo duermo en tu silencio como en un árbol” (p. 213). Más que la huella de una expulsión, este Paraíso de nadie es una invitación a cruzar el umbral de la página y probar los frutos de un territorio desconocido y familiar, plagado de resonancias y descubrimientos de una obra extremadamente singular, que seguirá multiplicándose en nuevas lecturas y resignificaciones. Infinitos libros componen esta “tierra sin párpado” en constante despertar, donde no duerme el alma a la sombra del árbol, sino profundamente suspendida en él.

 

Comentarios