“La fragmentación del recuerdo” por Clara Etchegoyhen
No destruya las señales, de María Inés Bedia. Buenos Aires, La Crujía, 2023, 200 páginas.
No destruya las señales, el primer libro de María Inés Bedia, no es novela ni diario: se presenta como un conjunto de entradas que parecen acomodarse solas, como piezas de un rompecabezas de casi doscientas páginas. Publicado en 2023 por la editorial independiente (o, en términos de Hernán Vanoli, “alternativa”) La Crujía, la abogada y tallerista elige el género de la autoficción para narrar ¿su vida?
“No tengo que ser fiel a los hechos, sino al lenguaje”, declara en una entrevista con estudiantes de la Universidad Católica Argentina, y hace referencia a Ricardo Piglia: “la literatura sería el lugar en el que siempre es otro el que habla”. En este sentido, Bedia no intenta contar su experiencia tal cual fue (si es que eso existe), sino más bien como la recuerda o, incluso, como podría haber sido, desdibujando las fronteras entre lo real y lo ficticio.
Término acuñado por el escritor francés Serge Doubrovsky en 1977 para definir su novela Fils, la autoficción aúna dos estilos contradictorios en su acercamiento al “yo”. Así, queda al lector la tarea de interpretar lo narrado, de hacerse preguntas. ¿Se puede confiar en la memoria o es siempre una construcción arbitraria?, ¿qué papel juega la imaginación en esa construcción?, ¿es posible que exista una narración mítica de lo vivido?, ¿dónde se escuda la "verdad" en ese proceso?, ¿puede la literatura salvar o reconstruir aquello que quedó perdido en la memoria?
La multiplicidad de ejes narrativos acompaña. “Ya de por sí la memoria es arbitraria”, sostiene la autora en la charla, y es precisamente esa arbitrariedad la que da forma al libro. La maternidad, la muerte, la literatura, el fútbol, el derecho, la familia, el amor: todo aparece y se desvanece siguiendo el curso incierto de la memoria.
| una primera obra, simple y honesta, que lleva al lector a reflexionar sobre su propia intimidad |
Y es que el libro comenzó como una propuesta de un taller literario. Redactar un diario, compartir con los compañeros, repetir. Se planteó como un todo mucho después: junto al escritor Juan Diego Incardona incorporaron, eliminaron y modificaron algunos fragmentos en función a una estructura final. Tiempo más tarde, con La Crujía, se terminaron de ordenar para establecer un hilo casi invisible.
Con frases cortas, directas, y hasta un poco comunes, Bedia crea una narrativa que se siente espontánea: “hay algo que tiene que quedar así, de lo amateur, la frescura, lo espontáneo”, explica, como si la corrección excesiva limara la sinceridad. Sin embargo, cuenta que no la volvió a leer –y cree no llegar a hacerlo nunca–, le tiene miedo a su propia opinión. Se reconoce en proceso y confía en la manera en la que le llega a los demás. En este sentido, afirma que escribir es siempre un proceso compartido, de diálogo constante con los lectores, con los compañeros de trabajo, con quienes vinieron antes. Las citas recurrentes a otros autores a lo largo del libro refuerzan la idea de la literatura como un acto colectivo y se inscriben en el universo de la narradora de forma orgánica. A su vez, muestran, entre líneas, cierta vulnerabilidad, una tensión entre la necesidad de tener una voz propia y el miedo a la exposición.
No destruya las señales es una primera obra, simple y honesta, que lleva al lector a reflexionar sobre su propia intimidad y el acto mismo de escribir. No se necesitan grandes temas para narrar. A veces basta con capturar las señales que se dejan atrás sin siquiera darse cuenta.
Excelente comentario de un libro entrañable.
ResponderEliminarHola Quisiera comunicarme con Clara Etchegoyhen por email. Responder a gomezsor@yahoo.es
ResponderEliminar