“Familia literaria”, por Miryam Pirsch


  El desapego es una manera de querernos, de Selva Almada. Buenos Aires, Literatura Random House, 2015, 294 páginas.

Comenzar a leer El desapego es una manera de querernos será ingresar en un territorio conocido. En parte, porque estos relatos antes fueron publicados, entre 2005 y 2015, en publicaciones argentinas y extranjeras; en ediciones electrónicas, diarios y revistas; en antologías y en libros tempranos de la propia Almada. Por otro lado, quienes frecuentan los libros de la autora entrerriana se encontrarán revisitando un universo conocido, ya en ambiente, ya en personajes, ya en historias… Entre otros, nos reencontraremos con la anécdota de la madre que le clava un tenedor en la mano a su esposo ante la primera amenaza física o el embrión de una de las tres historias que conformarían, años después, Chicas muertas: “La muerta en su cama”, un argumento donde la mirada de Almada sabe leer en un clásico  del género policial (el crimen del cuarto cerrado) un femicidio irresuelto para siempre.
Pero así como el “territorio Almada” puede resultarnos familiar, también es la familia el eje que organiza estos textos. Dividido en cinco secciones (“Niños”, “Chicas lindas”, “En familia”, “Intemec” y “Relatos dispersos”) los lazos de parentesco o vínculos similares (aquella amiga inseparable de la infancia, el abuelo postizo que se encariña con el niño paria del pueblo, el hijo del puestero que remplaza al hijo muerto de los patrones) tejen una red de sentimientos frente a los cuales el título propone una forma de prudente distancia tal vez salvadora, una manera de preservarse de tanto amor, de cataratas de afecto que podrían arrasar con quienes se aferren a la familia como territorio de certezas. La muerte o su cercanía es el punto de articulación para que los vínculos se tensionen, se tuercen, se dilaten o hagan crisis y pongan en evidencia aquello que la convivencia cotidiana arrincona y trata de olvidar, aquello que por años estuvo callado pero cuyas consecuencias abarcaron a varias generaciones. El suicidio del tío Denis (otro episodio de la biografía familiar de la autora) que abre la sección “En familia” dispara (como el balazo que se disparó a la cabeza en la cocina de su casa del conurbano bonaerense) una cadena de consecuencias que el hecho que protagonizó en el pasado trajo sobre sus padres, hermanos, sobrinos, los hijos de la mujer con quien se escapó, sus propias hijas… todas historias ni menores ni secundarias pero que emergerán a partir de lo narrado en “Denis no vuelve”. Si el efecto derrame existe, ya sabemos que no es en la economía argentina sino en la literatura y funciona en este libro donde la historia del tío Denis trasciende, además, a los cuentos de la sección donde se encuentra para explicar elipsis y silencios que atraviesan todo El desapego es una manera de querernos.
“Él se había quedado ahí como detenido, en esa habitación de la infancia, en la casa natal, cuidando de su madre…” Él es Emilio, el hijo único y solterón que en “Off side” no se ha desapegado, que ha permanecido junto a una madre que ya no lo conoce sino que le coquetea y lo invita a tener una cita algún día de ese no tiempo borroso en que se ha convertido su memoria. Emilio, al contrario que las hermanas de Denis ha decidido no desapegarse, querer desde cerca, aun cuando ese apego le haya significado dejar  de esperarlo todo de la vida. En pequeños gestos (el masaje, la sonrisa, el baño y el peinado…), Selva Almada revela un universo condensado en detalles
“Los conductores, las máquinas, el camino”, el cuento que cierra este volumen, nos coloca frente a aquello que Beatriz Sarlo llamó literatura “regional frente a las culturas globales pero no costumbrista” en referencia a esta autora, aquello que como en los relatos de Raymond Carver, nos enfrenta a lo universal, lo eterno, lo que resulta esencial a la condición humana. El egoísmo infantil, la impotencia frente a la tragedia, la comunión con el desconocido ante el dolor; la soledad y su culpa están ahí, en el obrador vacío de Entre Ríos o en cualquier rincón del universo. Y ahí está la originalidad que aporta Selva Almada a la literatura argentina actual en una obra que desde un universo propio y reconocible en sus rastros locales sabe dar cuenta de las miserias y las grandezas de la condición humana.

  

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