“Un mundo de posibilidades”, por Jimena Néspolo


Variaciones Di Benedetto, de Jorge Hardmeier. Buenos Aires, Años Luz Editora, 2022, 150 págs.




En un exceso de modestia, Jorge Hardmeier presenta su libro como una mera “variación” musical. Se sabe: un tema conocido o cantado por todos vuelve a ser ejecutado con algunas variaciones, pero respetando el espíritu de la pieza. Los entrevistados y las anécdotas que enmarcan cada intervención resultan así agrupados en capítulos que llevan por título “Instrumento A”, B, C, etcétera y se intercalan con las “Variaciones”, apartados en los que se analizan los distintos temas desplegados por esta obra. 

De la precisa arquitectura del libro en una partitura sin ripios resulta esta singular pieza en donde cada personaje/instrumento suena como único y, a su vez, suma un color o una arista diferente desde donde abordar al autor. Emilio Fluixá, el amigo de la infancia y el retrato de un Di Benedetto íntimo; Alejandro Crimi y la crítica a una Mendoza-careta; Luis y Alberto Scafati y las estampas del presidio; Graciela Maturo y las primeras lecturas críticas; Susana Delgado y los recuerdos post-exilio o los testimonios de los periodistas Manuel Corominola y Rafael Morán son algunos de los quince “instrumentos” convocados. No obstante, para el conocedor, quizá la melodía nueva que hace brillar aun más al conjunto es la voz del primer editor de Zama (1956), Carlos Boris Prelooker, y el hallazgo de una jugosa correspondencia mantenida durante casi una década entre el autor y el editor, facilitada por María Laura Prelooker. De la ajustada transcripción, en fragmentos, de esas cartas emerge de manera sorpresiva el nombre de Ezequiel Martínez Estrada como primer gran promotor del escritor mendocino, un tempranísimo proyecto de llevar Zama al cine, en 1957, de la mano del exitoso director Román Viñoly Barreto, e incluso una más que interesante disquisición de Di Benedetto contra los modos de pensar y caracterizar a su generación, como una “nueva promoción” volcada al realismo –en evidente polémica con ciertas líneas de fuerza que los Parricidas empezaban a imponer, y velada alusión al Noé Jitrik de Seis novelistas argentinos de la nueva promoción (1959). 

Dice Antonio Di Benedetto: “¿Existe una Generación del 45? Parece que como resumen se dijo que no existe una generación, sino una promoción, y que esta se caracteriza por el nuevo entendimiento de la realidad argentina –o el hecho de creer que posee ese entendimiento– y por la claridad en el lenguaje. Subrayo esto último porque me parece una clave: guerra o muerte, desde todos los frentes, contra el que no se expresa con un lenguaje casi infantil que algunos quieren llevar tan lejos y lo llevan que se vuelve pueril también de contenido. ¿Qué deriva de ahí? La más absoluta pobreza en las formas artísticas (…) ¿Cómo voy a renunciar o pedir que los demás renuncien a que el lector nos entienda? No, no es eso. Lo que quiero defender es el derecho a la expresión literaria que no sea la vulgar del habla común, porque entonces no puede encontrarse en la literatura mucho que me convenza de que eso es arte. Es más, aunque parezca un crimen yo diría que hay formas que permiten ir más lejos al contenido (…) hay formas literarias que permiten sugerir, crear un mundo de posibilidades a las que contribuye el lector con su propia imaginación” (99-100). No hace falta explicar por qué Rodolfo Braceli afirma que Antonio Di Benedetto es “un ingeniero, y un ajedrecista”.  

Conocí a Jorge Hardmeier a comienzos de 2006, antes de la Semana de Homenaje a Antonio Di Benedetto, realizada en la Biblioteca Nacional, cuando trabajaba con un equipo de documentalistas recolectando materiales y testimonios para un proyecto que llevaba por título el mismo nombre que exhibe la portada de este libro. Hacia el final, en el apartado “¿Legados?”, encuentro con pudor una reflexión mía ofrecida entonces ante las cámaras, bajo un sol que recuerdo absolutamente impiadoso: “Yo lo veo como fenómeno. Lo veo en relación con lo que pasó entre la redacción de Contorno y Arlt. Hasta la generación de Contorno no sabíamos de la existencia de Arlt. No podemos decir si Arlt fue una invención de Contorno o Contorno un invento de Arlt. Me parece que con Di Benedetto está pasando algo de eso. Nosotros somos invención de su literatura. La fuerza poética de su literatura es lo que va a definir también la valía de nuestra literatura, como generación” (143).

Si Arlt fue un invento de Contorno, podríamos decir que Di Benedetto fue su jabalina, una alabarda generacional lanzada a mitad del siglo XX que se clava en el furioso siglo 21, imponiendo una marca difícil de superar, para contemporáneos pasados y futuros. Punta de lanza que abre tajos de sentido, y hace sonar al silencio.  

Grabaciones, entrevistas, viajes, hallazgos recolectados durante años y macerados en un compostaje capaz de enriquecer todos los suelos. Aquí lo musical reverbera como sampleo, composición y remezcla de lo contingente y contradictorio, sin claudicar en domesticaciones. Más allá de los pastiches festivos y descafeinados de la posmodernidad y sus industrias culturales, Hardmeier logra en Variaciones Di Benedetto componer una obra en donde todos los instrumentos suenan: las feroces tensiones que atraviesan este corpus se despabilan y refulgen como nuevas. 



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