“El arte del juego”, por Felipe Benegas Lynch


Pulse aquí. Del poema al objeto para activar, de Sebastián Bianchi. Rosario, CEI ediciones/ Colección Humanidades Aumentadas, 2023, 172 págs.


Pulse aquí invoca desde el título el llamado a la participación del lector en estos juguetes verbales que se proyectan desde la oralidad más remota al plano bidimensional de la página y finalmente irrumpen en las tres dimensiones de objetos y artefactos. Se trata de un texto en el que la erudición se combina con el espíritu lúdico del objeto de estudio, dando como resultado un estilo ágil que –podríamos decir– va pulsando ciertas teclas en el lector, que no queda indiferente. 

En mi caso, al menos, fue así. La lectura del devenir de estos dispositivos, que adoptaron la forma de artificios, pasatiempos y tecnopoéticas a lo largo del tiempo, fue activando zonas del juego verbal en mi archivo personal: los interminables crucigramas de mi abuelo en revistas y hojas de diario; los poemas del trovar clus que escondían el nombre de la amada; el “Alina Reyes es la reina y…” cortazariano, y también otras formas del juego artístico realizadas a partir de restricciones (vino a mi mente “Las cinco obstrucciones”, de Lars Von Trier; también el Köln Concert de Keith Jarret, hecho a partir de un piano defectuoso). 

Bianchi no escatima información relevante ni detalles pintorescos en este complejo cuadro que sigue en construcción. Cómo hizo Pessoa para generar polémica con un slogan publicitario creado a partir de un calembour; cómo nació el nombre “crucigrama”; qué opinaba Borges de las frases fileteadas en los carros; cómo cifraba Cicerón su nombre con un jeroglífico, etc.

A continuación, observemos cómo se las ingenia el autor para dar cuenta de la vasta y pertinente bibliografía que maneja con dinamismo y ejemplar poder de síntesis:


“Si todo alfabeto es bricolage, como recuerda Barthes (2013), tratemos entonces de armar uno propio, a modo de juego, para salir de este parágrafo. Pues bien, esas palabras que “se reproducen como un virus” (Gache, 2006) y se constituyen solamente como “representación del logos” (Derrida, 2008), condicionan a los usuarios de una escritura alfabética; bien los acorrala contra las cuerdas de “un verdadero alfabeto-centrismo”, bien los invita a una fuga celeste y abstracta, la del “término glorioso de esa ascensión de la razón” (Barthes, 2013) que los soldaditos de Gache vienen a romper y acribillar mediante tácticas y estrategias de combate.” (148-149)


El lector agradece el montaje, de frases y conceptos, y se deja llevar a través de ejemplos y remisiones que dan cuenta del complejo panorama de estos juguetes textuales creados a partir de dispositivos lúdicos. 

Hacia el final del trabajo, Bianchi evoca una pregunta hecha al pasar por el Director de Tesis Sergio Ramos: “¿podría entonces un autor de juguetes textuales ganar o, al menos, competir por el Nobel de Literatura?” (165). La pregunta sirve para pensar dónde ubicar estos artefactos/dispositivos de juego e interacción. Lo que sabemos es que su destino parece atado al de la escritura poética tradicional. Después de todo, la poesía “nace en el juego y como juego” (165) o, en palabras de Beckett, citadas por Bianchi: “Al principio era el juego de palabras” (67).



*Los libros de la Colección Humanidades Aumentadas se descargan libremente aquí: https://rephip.unr.edu.ar/xmlui/handle/2133/24062 

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