“Todos receñimos” por Nicolás Deambrosi
La joven promesa, de Agustín Alzari. CABA, Bajo La Luna, 2023, 158 págs.
La joven promesa de Agustín Alzari podría y ha sido reseñada de múltiples maneras. En esta ocasión, se parte de una hipótesis: que lo nuclear, elemento activador de especulación e imaginación de futuros durante el siglo XX, retorna en la novela de Alzari. El autor imagina una historia posible y cuando la escribe se parece a historias acaecidas y, por tanto, en ese acto de reescritura: reciñe. El personaje, el arquitecto italiano Severo Colautti, podría ser el físico austríaco Ronald Richter; el proyecto secreto encomendado podría ser el Proyecto Huemul; el viaje del arquitecto en transatlántico desde Europa a Argentina podría haber sido el viaje oculto del físico; la construcción de la obra de Colautti en las montañas podría haber sido en Bariloche. Y la lista sigue: la paranoia por la presencia de espías entre los obreros, las detonaciones que iluminaban el cielo y así sucesivamente. También podría aplicar esta semejanza al proyecto inconcluso de Ciudad Universitaria en San Javier, Tucumán.
Pasa que Alzari imagina la historia cuando, investigando el contexto de la obra de Juan L. Ortiz, reciñe el contexto de principios de la década del ´50 y se encuentra con la novela entre avisos de diarios de la época. Pero no es sólo Alzari quien reciñe. El propio Colautti le da vueltas a su proyecto en el camarote del transatlántico, despliega el “ritual de la recapitulación” una y otra vez y, al ejecutar ese “acto de volver sobre lo mismo”, lo convierte en un “indispensable movimiento creativo” (p. 18). Receñir es creación, es creatividad, es convertir una idea en una obra. Esta operación Colautti la elabora también hacia Rosin, el capitán del navío, más bien hacia la idea que Rosin tiene en su cabeza. El arquitecto rodea el sueño de la casa propia del capitán, vuelve sobre ella una y otra vez, la ajusta. Aunque en esta ocasión, receñir es un acto de destrucción. Hasta el tío Julio reciñe, cuando su pequeño ahijado Severo dibujaba planos, el tío ingeniero volvía “una y otra vez del plano a los papeles” (p. 70) para estudiarlos y darle una devolución al niño Colautti. Ya en su infancia, el futuro arquitecto imaginaba plantas eléctricas desmedidas y fantasiosas, lo que en la novela aparece como “vicio de la magnificencia” (p. 70), lo que en los estudios socio-técnicos sobre tecnología nuclear se denomina “patologías de megaproyecto”.
| El autor imagina una historia posible y cuando la escribe se parece a historias acaecidas y, por tanto, en ese acto de reescritura: reciñe |
En la novela, Argentina también aparece receñida en tanto territorio de aventura: hombres que buscan la energía del futuro, propuestas que generan un golpe de timón en la apacible situación profesional de la joven promesa de la arquitectura europea. Y como toda aventura necesita estar situada, la ubicuidad es su enemiga. Estar en todos lados es bien distinto a estar en Argentina. Argentina es un lugar y no cualquier lugar. Ya en suelo patrio, la novela ocurre en Pampa de Achala, zona emblema de los orígenes de la física argentina, donde fundadores de la disciplina organizaban cursos de verano en la década del ´40 en un hotel de montaña. Justamente Colautti es encomendado a construir un “barrio de científicos”. Alzari reciñe también Pampa de Achala. Es que la noción del laboratorio que recorre la obra sucede en el espacio de alojamiento. Las operaciones mentales y creativas en el camarote del transatlántico donde el arquitecto va craneando su obra, se asemejan a las ocurridas en aquel hotel en Pampa de Achala donde los físicos probaban sus ideas científicas. En la imaginación de futuro que práctica Colautti, en cien años, piensa, podría dejar de existir todo o casi todo, menos la ciencia nuclear.
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