"Las vueltas de lo siniestro", por Natalia Gelós
Post Mortem (2010) (15/4 en Bafici)
La nueva obra del chileno Pablo Larraín parece ser un engranaje más, una extensión de Tony Manero, su anterior producción cinematográfica. Una vez más el actor Alfredo Castro pone el cuerpo y compone un personaje oscuro, que se mueve en el contexto de la dictadura chilena.
En Tony Manero, Raúl Peralta, obsesionado con Fiebre de Sábado por la Noche, sólo tiene un objetivo, ser como el personaje que interpreta John Travolta. No quiere parecerse. No quiere interpretar el papel. Quiere ser él. Para lograrlo, mata a todo aquel que se interponga en el camino. Peralta se mueve en un Chile en el que la dictadura ya está instalada y el terrorismo de estado aparece como telón de fondo, como una sombra cotidiana. En ese film destacaban la originalidad y una densidad sin tregua de los personajes y de la historia.
Algo de lo siniestro de Tony Manero se filtra en este Post Mortem, donde Mario Cornejo, un opaco y solitario asistente de la morgue, se enamora de una rancia bailarina de cabaret. No está la rabia de su antecesora. O sí, pero está contenida, escondida en la espalda encorvada del protagonista. Cornejo intenta conquistar su cariño -o al menos, su mirada-, y esa agria historia de amor se desarrolla en los primeros días de instaurado el golpe militar que derrocó a Salvador Allende, cuando los cuerpos muertos por la represión se acumulan con el correr de las horas.
Inspirada en la historia real de Mario Cornejo, encargado de registrar los detalles de las autopsias en un hospital y testigo de la que le hicieron al mismísimo Allende, la película con el tono sombrío y descarnado de Larraín muestra cómo revisitar ciertos temas ya transitados como el la dictadura puede ser una experiencia interesante si se lo hace con otra mirada, sin caer en una solemnidad de cartón.
Chile
Director: Pablo Larraín
Guión: Pablo Larraín
Protagonistas: Marcelo Alonso, Alfredo Castro y Amparo Noguera.
98 minutos
La nueva obra del chileno Pablo Larraín parece ser un engranaje más, una extensión de Tony Manero, su anterior producción cinematográfica. Una vez más el actor Alfredo Castro pone el cuerpo y compone un personaje oscuro, que se mueve en el contexto de la dictadura chilena.
En Tony Manero, Raúl Peralta, obsesionado con Fiebre de Sábado por la Noche, sólo tiene un objetivo, ser como el personaje que interpreta John Travolta. No quiere parecerse. No quiere interpretar el papel. Quiere ser él. Para lograrlo, mata a todo aquel que se interponga en el camino. Peralta se mueve en un Chile en el que la dictadura ya está instalada y el terrorismo de estado aparece como telón de fondo, como una sombra cotidiana. En ese film destacaban la originalidad y una densidad sin tregua de los personajes y de la historia.
Algo de lo siniestro de Tony Manero se filtra en este Post Mortem, donde Mario Cornejo, un opaco y solitario asistente de la morgue, se enamora de una rancia bailarina de cabaret. No está la rabia de su antecesora. O sí, pero está contenida, escondida en la espalda encorvada del protagonista. Cornejo intenta conquistar su cariño -o al menos, su mirada-, y esa agria historia de amor se desarrolla en los primeros días de instaurado el golpe militar que derrocó a Salvador Allende, cuando los cuerpos muertos por la represión se acumulan con el correr de las horas.
Inspirada en la historia real de Mario Cornejo, encargado de registrar los detalles de las autopsias en un hospital y testigo de la que le hicieron al mismísimo Allende, la película con el tono sombrío y descarnado de Larraín muestra cómo revisitar ciertos temas ya transitados como el la dictadura puede ser una experiencia interesante si se lo hace con otra mirada, sin caer en una solemnidad de cartón.
Gracias x generar ganas...;) Carla
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