“Queremos tanto a Horacio”, por Hache Pavón
Yo ya no. Horacio González:
el don de la amistad, de María Pia López. Buenos Aires, Cuarenta
Ríos, 2016, 160 páginas.
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Lo
que nos interesa de esta historia es la formación de una sociedad de
espectadores en torno a una actriz y, como anticipamos, el trazo de una
analogía para ilustrar la relación entre Horacio González y sus lectores. La
forma que asume esta sociedad: ¿se trata de un núcleo o de una diáspora? La
misma pregunta, con otra modulación, recorre el libro de María Pia López: ¿qué
forma asume la sociedad de lectores de Horacio González? ¿Se puede hablar de una
sociedad? De la respuesta a esta pregunta dependen otros interrogantes: ¿qué
hacer con la obra de Glenda? ¿Qué hacer con la obra de Horacio González? Los espectadores
que “quieren” a Glenda eligen la preservación de sus filmes y curiosamente los
lectores de la obra de Horacio González adoptan, parecen haber adoptado, el
mismo camino. Un escrutinio de los listados bibliográficos de las últimas monografías y tesis
en el campo de la sociología y de la literatura, en procura de los títulos de
sus libros, arroja resultados muy pobres. Lejos de la queja o la condena, la
autora de Yo ya no… le busca una
explicación a este fenómeno y la encuentra en la escritura, en esa “grafía
compleja”.
Una
causa, un reclamo y una definición, entre otras estrategias, configuran la
explicación. ¿Por qué, siendo tan leída y discutida, esta obra tiene tan poca
presencia en los discursos académicos? María Pia López ensaya una respuesta: “El
esfuerzo por precisar el matiz o de perseguir la diferencia, produce una
escritura resistente al intercambio y a la equivalencia” (80). Para reforzar
esta caracterización, nos ilustra con una anécdota: “En las asambleas nunca
faltaba una voz que objetaba el estilo de las cartas y pedía algo más sencillo
y transparente, comunicacional, dado a la comprensión inmediata, sin adornos y
volutas” (81). Finalmente, bajo el riesgo de ser categórica, el
pronunciamiento (la definición): “El método
HG es barroco. Ya lo dije y lo dijeron otros. Hay quienes ven en ese
juguetón regodeo, confusionismo o elusión de las frases tajantes del compromiso
político o la definición intelectual. Es método
porque trata de la obsesión de dar cuenta de la heterogeneidad que habita toda
forma; para sostener hasta el final la idea de justicia” (104).
Así
María Pia López vuelve sobre una vieja tradición argentina, la de reunir en un
trabajo razón y sentimiento. Un acercamiento reflexivo y amoroso a la escritura
de uno de los intelectuales más potentes y necesarios de los días que nos tocan
vivir.
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