“Por donde viaja la palabra” por Javier Marín
Cabeza de tigre, de
Marcos Rosenzvaig. Buenos Aires, Marea Editorial, 2017, 208 págs.
El resumen argumental de Cabeza de Tigre, de
Marcos Rosenzvaig, nos habla del robo de las actas originales de la
Independencia, producido en el mismo pueblo donde había sido fusilado Santiago
de Liniers y donde, mucho más tarde, serían asesinados siete militantes
montoneros durante la última dictadura militar. Lejos de un afán
historiográfico o documental, estos acontecimientos son disparadores para las
preguntas fundamentales sobre las que se despliega el texto: ¿Qué es una patria
sin partida de nacimiento? ¿De qué se trata ese espacio imaginario constituido
por símbolos que alternan entre lo inestable y lo falso? José Antonio Grimau
asumirá como mandato responder estas preguntas. En cada descanso, se encontrará
la pregunta que nos acecha a todos: ¿qué cosa es la vida?
El recorrido de la palabra fundadora es el hilo que
unifica esta novela plagada de puertas donde también se exploran temas como el
amor, la soledad, los tiempos vitales, el honor
y la angustia existencial. El primer tramo es la distancia que tiene que
recorrer Cayetano Grimau, “el Chasqui de la Revolución”, para hacer llegar las
actas originales de la Independencia a Buenos Aires. A través de cientos de
kilómetros, el chasqui está solo frente a la adversidad y el misterio. En su
propio andar va uniendo acontecimientos. Quienes lo ven pasar desconocen el
contenido de su mensaje, pero saben de su importancia, lo asisten o lo
persiguen. Lo que sea que digan las palabras que transporta, son prueba de
hechos relevantes o bien la piedra que desencadenará eventos futuros. Así lo
entiende la partida que le roba las actas a Cayetano en las cercanías del
paraje Cabeza de Tigre y hace fracasar la misión más significativa de su vida.
Las travesías de Cayetano se convertirán en un relato
que se transmite de padres a hijos en la familia Grimau. En este tipo especial
de vínculo, cada generación es una nueva posta del mensaje. Cada miembro de la
familia se convierte en responsable de continuar esa verdad histórica y
familiar, hasta que en algún momento de la cadena alguien decide hacer algo con
esa historia, además de transmitirla. José Antonio cree en la continuidad entre
los actos de Cayetano y los propios. Se impone la misión de cerrar el círculo,
de reivindicar a Cayetano y devolverle a la patria su partida de nacimiento. La
historia que le fue legada tiene un final indigno, percibido como una estafa,
una mentira de la realidad empírica.
José Antonio quiere sacar el nombre de Cayetano de la
fosa común donde fue enterrado junto a otros cuerpos indiferenciados. Un nombre
que no ha sido escrito en una patria todavía huérfana de escrituras
fundamentales, como los nombres desconocidos de los desaparecidos, como los
nombres de los hijos que aún faltan en sus nombres propios.
En los esfuerzos de José Antonio por recuperar las
actas y vengar a su antepasado, hay una interrogación por el significado de la
propia existencia: en cuanto a la palabra que nos une a un pasado y en cuanto a
las misiones que nos imponemos para dar sentido al tiempo por venir. Identidad
y existencia se vuelven significantes contiguos: somos nuestra familia,
nuestros relatos, nuestra historia, nuestro nombre propio. Somos también el
amor de los otros y el anhelo de ser dignos de los compromisos simbólicos que
nos constituyen.
La percepción sobre la duración de la vida individual
queda unida al tiempo largo de los colectivos que forman y se disputan la
patria. José Antonio se impone tareas que desbordan el tamaño de un hombre y,
así, alcanza el signo trágico de Cayetano: frente a los otros puede haber
razones atendibles; frente a sí mismo, no habrá defensa que le pueda dar paz.
Tres momentos históricos, tres hechos relevantes de la
historia nacional ocurridos en un lugar, Cabeza de Tigre. No hay
correspondencia causal ni dato objetivo que explique la recurrencia de este
espacio y esta ausencia es lo que hace de este escenario una perfecta metáfora
de la Argentina. La inestabilidad simbólica de lo que forma la patria convierte
al territorio en una obsesión, como si no hubiera otra fuente donde acercarse a
buscar respuestas. La patria, siempre promesa que se renueva y se frustra cada
vez, es el lugar vacío donde proyectar los sueños y la necesidad de sentido. La
pregunta por la patria es también la pregunta individual e intransferible que
nos deja esta novela: ¿Qué cosa es la vida? ¿Qué tareas nos inventamos para
ahuyentar las tristezas?
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