“Lucha y drama: LULA LIBRE”, por Florencia Eva González



Desde Argentina se pudo seguir por televisión la larga escena que culmina con Lula entregándose a las autoridades. La transmisión en vivo fue realizada por TVT (TV dos Trabalhadores) Seu Jornal desde la sede del sindicato metalúrgico, ubicado en el ABC Paulista; es decir, en el Grande São Paulo, más exactamente en São Bernardo do Campo donde se realizó la misa dedicada a Marizia Letizia, la esposa de Lula fallecida el año pasado. La puesta en escena, pensada para su televisación, explicita el lenguaje evangélico como un molde general de la expresión política, poniendo drama y mito en cuadro. La disposición de cámara es sencilla, en contrapunto: un balcón principal con Lula, lugar donde desfilan personas de la política y la curia repartidas en escenas pensadas, y enfrente, la multitud militante que sigue las circunstancias que se suceden en ese palco. Nunca se muestra el escenario y la manifestación reunidas en un mismo plano.
El acto comienza con la ceremonia ecuménica y rodeando a los oradores, se dispone un cartel que dice: FORA GLOBO, consigna que se desplaza fácil a “Fora Temer” igualando O Globo con Temer. Dom Angélico Sandalo Bernardino, obispo católico que dirige el acto como si fuera un maestro de ceremonias, reparte el orden de la palabra, marcada por la semántica ecuménica. Un grupo musical del otro lado del palco principal, canta entre los discursos religiosos. De un plumazo, la televisación de TVT envuelve dos devociones que moldean el espíritu brasileño: la música popular y la religión. Expresiones de fuerte raigambre popular que calan hondo en la memoria popular, que enlazan diversidades y amansan en su penetrante lenguaje los engranajes de las diferencias de clase. Canto y rezo abren la multitud a un saber compartido, fluido y emancipado, y a un estado de emoción que atraviesa las capas sociales de manera genérica y popular.
Entre los atuendos blancos de los curas, sobresale la remera azul de Lula que se desplaza seguro, dueño de la tribuna pública. Su actitud es de quien se coloca con comodidad el traje de mito viviente, protagonista de una página fundamental, no sólo de la historia reciente sino del aquí y ahora que está sucediendo. En el 18 Brumario, Marx escribe: “Los hombres hacen la historia”. Esta frase, más allá de dejar afuera a la mitad de la humanidad, reconduce al dilema de los mitos y la historia. Siguiendo este pensamiento, la historia es abordada por el historiador o cronista en un afuera de los hechos. Pero en esta oportunidad es tomada por Lula como quien sabe que está escribiendo con sus gestos y palabras una batería de significaciones destinadas al recuerdo, sentidos que serán estudiados, repetidos, descubiertos.
La frase de Marx sigue: “Los hombres hacen la historia, pero no en condiciones conocidas por ellos”. Es decir actuando sin conocer enteramente las consecuencias de esas acciones y sin tomar conciencia de qué es lo que determina los procesos históricos. Este gesto de desafectación, ajeno a los efectos que pueden producirse, es ejercido por un individuo o por un colectivo social. Difícil ser protagonista y poder dimensionar las consecuencias de situarse en el centro de la escena. Sin embargo Lula se mueve consciente de la importancia de su actuación, de las horas fundamentales que marcan quienes pisen ese escenario a su lado y del contenido de las palabras que se leen y dicen como conciso proyecto o legado.
Sigue el acto. Cantan “María María”, todos hacen palmas. El entusiasmo está en el aire a pesar de lo dramático de la hora. En el palco, Lula y enfrente la multitud, mancomunados mientras flamean las banderas. Promediando la canción, la cantante se traslada a otro sector del palco. Alguno acompaña el “ae aea ae” con el puño levantado. La canción se canta completa como todas las demás que irán matizando los mensajes ecuménicos.
Vuelve otro cura que habla en contra del capitalismo y alude al padecimiento de los inmigrantes del mundo. La sintonía con el Papa Francisco es directa. Otro toma el micrófono (Lula sigue saludando) y dedica unas palabras a la paz en el mundo, al respeto que se le debe a la democracia, a los derechos humanos y brega por el fin de las discriminaciones. Llama a la resistencia y porque cesen los golpes: el plural forma parte de una de las hipótesis del acto. Esto es, que se está viviendo un nuevo golpe institucional que comienza con la destitución de Dilma y culmina con la proscripción de Lula. El cura vuelve a referir a estos días como jornadas que quedarán marcadas en la memoria del pueblo.
Haciendo un paréntesis, reparemos en un segmento muy conocido de uno de los escritos filosóficos más importantes y polémicos del siglo XX. Heidegger, en Ser y Tiempo, afirma que el destino colectivo no es un conjunto de destinos individuales, sino que una prefiguración de destinos individuales que hacen que el destino colectivo tome la forma de destino común. Canta la multitud: “¡Aquí, está, o povo!”. Gilberto Carvalho, ex ministro de Lula, también refiere a la resistencia, a responder al agrio fracaso del presente con la redenta postura de soportar el drama. Una actitud sacrificial pasada por el tamiz cristiano que el escenario vestido de curia parece teñir con su sola presencia. Política y religión entretejiendo la misteriosa perseverancia de la memoria, viviendo horas aciagas. “¡Lula libre!” La multitud intuye la importancia de la escena y repite más fuerte: “¡Lula libre!”
Parece un acierto repetir esa expresión. “¡Lula libre!” se vuelve mantra que porta varios dramas, uno cada vez en cada reiteración: Lula libre engloba la historia del proletariado brasileño, las vicisitudes de la palabra socialismo en el PT, ecos del nacionalismo, la persecución, la vocación populista, la amenaza de la proscripción, el cristianismo con sus íconos y ritos, y el evangelismo con su vocación devoradora, casi laica. Un canto que anuda algo consciente, implacable, nada circunstancial. Fragmentos de una doctrina unificadora, con blasones que contienen cánticos e íconos masivos, inquietudes íntimas con públicas, viejas con nuevas consignas. El aire nuevo político que sopla fuerte dice presente y el palco se viste con la bandera lila que alude a la Marcha Mundial de las Mujeres y con la roja del CUT (Central Única de Trabajadores). Mujeres y proletariado: en su unión subyace una nueva clave que no puede ser soslayada.
Lula levanta los brazos. La resistencia no es una idea improvisada. Es una postura que se propone con la frente alta, con la mirada firme y el cuerpo erecto. Y la muchedumbre contesta…  El saber pastoral asume que es el Estado el que debe invocarse como administrador de la vida de los ciudadanos que salva de la enfermedad y de la pobreza. De esta manera el poder religioso divide poderes: el Estado en este mundo y el poder religioso multiplicando sus dominios en el más allá. Buena parte de la idea social y amplificadora de derechos, como también hizo el peronismo, se basa en un agonismo sistemático que brega por la paz social. Esta voz entremezcla una forma del Brasil profundo, aquella que habla de un Estado que asume actuaciones pedagógicas con neta liturgia religiosa. “Y ahora vamos a acompañar rezando este canto”. Del otro lado del palco, entonan: “A vida, é bonita, é bonita, é bonita. Ah meu Deus!”  Y el corifeo vestido de rojo no tarda en responder. Pueblo y Dios parecen ser la misma cosa. Vox dei es democracia. Parábolas del buen pastor que la multitud comprende perfectamente.
Así, del discurso menos pensado –porque la relación del PT con los evangélicos luteranos es variable– proviene el mensaje más potente en términos de legado. Valor inmaterial que diluye lo individual en lo colectivo, las piernas y la voz de un hombre, materia eminentemente de carácter político, trasladado al vibrante cuerpo social. Si la materialidad se diluye queda el espíritu, gracia divina derramada sobre el rebaño, el pueblo. La posibilidad de perdurar más allá del tiempo enlaza las relaciones entre religión y política proyectadas a lo largo de la historia de modo diverso. Entonces, impone debatir cuál campo debe subordinarse al otro, qué instituciones deben reflejarlos y qué funciones están reservadas para cada una en el complejo esquema de la vida social. En la Modernidad aparecen grandes profetas: Maquiavelo, Rousseau, Hobbes que traducen postulados teológicos en razones de Estado, viendo reflejado a través de distintos tópicos fundamentaciones del orden político y del origen del poder con el actuar del gobernante y su relación con la Iglesia.
Lo que parece una frase tautológica corona una razón de peso. El fundador de un partido de izquierda, no cree en la revolución sino en la justicia burguesa y en las reglas de juego por dentro de los poderes del Estado. Un gesto político y reivindicador. Este punto hace recordar nuevamente a Marx tomando la idea del viejo topo aparecida en Hamlet en el momento en que aparece el rey y dice: “Has cavado bien viejo topo”. Marx, sin decir que es de Hamlet, termina el 18 Brumario diciendo que la revolución es el viejo topo, y que finalmente se va a aclarar esta historia tan parecida a una pesadilla, en la que los muertos hablan por los vivos y en la que todo está mal. La pesadilla terminará cuando se diga: “¡Ésta es mi verdadera historia, basta de fantasmas!”. Y en ese momento, se podrá hablar como el padre de Hamlet: “Has hozado bien viejo topo, has hecho bien tu tarea subterránea”. Hasta que podamos ver la luz, deberemos cruzar el mundo de pesadillas para, de una vez por todas, tener la historia en nuestras manos. ¿Esta es sólo una metáfora que acompaña la teoría?  La idea del viejo topo es la idea de una promesa, de que todo lo que ocurre es una pesadilla: “La historia no es más que una pesadilla en la que los muertos no hacen más que ocupar la conciencia de los vivos”. Entonces Lula se reivindica vivo, un líder vivo que destierra cualquier fantasma y expone en términos concretos su posición. Un caudillo que se muestra fuerte, elocuente, sin metáforas ni rodeos. Una alocución cuya poesía se asienta en la contundente literalidad de su discurso, fondo del cual surge su fuerza.   

Soy un constructor de sueños. Hace mucho tiempo atrás soñé que era posible gobernar este país involucrando a millones y millones de personas pobres en la economía, llevando a millones de personas a las universidades, creando millones y millones de empleos en este país. Yo soñé, soñé que era posible que un metalúrgico, sin diploma universitario, se preocupe más por la educación que los diplomados y concursados que gobernaron este país y cuidaron de la educación. Soñé que era posible que disminuyamos la mortalidad infantil llevando leche, frijoles y arroz para que los niños pudieran comer todos los días.

Lula desbarata la funcionalidad capitalista que pide reproducir la penuria para sostener el sistema. Hasta acá, habla de algo concreto: matar el hambre en un país que arrastra ese problema como enfermedad endémica desde los tiempos de la colonia. Pero luego refiere al corazón pensante del problema. Aquel que apunta al saber, al valor intangible portador del estatus que sólo pueden portar los ricos para reproducir sus privilegios. La reproducción de conocimiento que significa multiplicar universidades, universidades creadas justamente por él, único presidente de Brasil que no fue a ninguna.
“Cometí ese crimen, entonces: Juzgadme, la Historia me absolverá”. Esa frase no está dicha pero emana de la antigüedad clásica, de Cicerón. Hace recordar, más acá de la historia, a la poesía de Martí jugando un papel entre la crónica de guerra y la razón jurídica del perseguido, invirtiendo la maltrecha razón de estado. Plegarias laicas que unen la palabra de Lula y Martí en una religiosidad pagana. Algo del espíritu de los que “se saben en muerte”, se encuentra en el argumento central del alegato jurídico-poético de Lula, un rebelde justo donde la injusticia está del lado del derecho establecido.
El lenguaje de Lula es de redención, de desagravio y de amenaza genérica a los poderosos. Un recio estilo que va desde la beatífica descripción de los logros conseguidos hasta las dramáticas promesas de una lucha perenne. Lula asume su exceso, lo inconmensurable de su estela, el misterio que presenta su figura en su cuerpo prosaicamente presente. La misma que afirma: Preso soy héroe, muerto soy mito, libre vuelvo a ser presidente
En la idea: Mi corazón latirá en los corazones de ustedes, millones de corazones brasileños resuena, por qué no, Volveré y seré millones, frase atribuida pero no dicha por Eva Perón, pero sí pronunciada por el líder aymará Túpac Catari en 1781 antes de ser descuartizado.

Ellos creen que van a detenerme pero no voy a parar porque no soy solo un ser humano, soy una idea. Una idea mezclada con las ideas de ustedes. Tengo la certeza de que los compañeros como los Sin Tierra, los Sin Techo, los compañeros de la Central Única de Trabajadores (CUT) y del movimiento sindical saben, y esta es una prueba. Cumpliré la orden y ustedes tendrán que transformarse, cada uno de ustedes y no se llamarán, Pepito, Juanito y Albertito... De ahora en adelante, todos se convertirán en Lula y van a hacer lo que tienen que hacer, todos los días! ¡Todos los días!

“Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”. En esta frase resuena la voz urgente de Eva, quebrada, única, quien al proferir sus palabras en el acto de renunciamiento, también estaría consciente de la página política que dejaba en la memoria popular. Un lenguaje reivindicador que Lula también toma como gesto político personificando un mito viviente dentro de las exigencias de un calculado y macizo sentido totalizador.
Sobre ese decorado organizativo se recorta el drama singular y los reconocibles aportes a una visión pasional de la historia, a la ampliación de la idea de justicia en el terreno de los derechos y la liberación. Lula llama a no entregarse y responder con el tibio calor de la primavera a los enemigos del pueblo. Para Eva es distinto, son un páramo invernal al que habría que responder con todo el fuego popular: “…los he visto fríos e insensibles. Declaro con toda la fuerza de mi fanatismo que siempre me repugnaron. Les he sentido frío de sapos o de culebras”.

Compañeros, voy a decirles algo: van a percibir que voy a salir de esta situación mucho mayor, más fuerte, más verdadero e inocente, porque quiero probar que ellos son los que cometieron un crimen, el crimen político de perseguir a un hombre que tiene 50 años de historia política. Por mi historia estoy muy agradecido. No tengo cómo pagar la gratitud, el afecto y el respeto que ustedes me dedicaron durante todos esos años. Por este motivo, un gran abrazo, y sepan que este cuello no se baja. Mi madre me hizo con cuello corto para no bajarlo y voy a salir con la cabeza erguida, con el pecho en alto porque voy a probar mi inocencia. Un abrazo, compañeros, gracias, muchas gracias, por todo lo que me ayudaron. ¡Un beso con cariño, muchas gracias!

Lula mezcla tonos libertarios, conminatorios y personales transformando el drama en doliente legado. ¿Quién escribe la historia?  Frente a la historia, seremos muchas cosas, somos alguien que la lee, que la reproduce, que participa activo y que espera distraído. También somos aquellas o algunos que se preguntan por quién la produce mientras se construye, se elabora con los finos filamentos que crean los repetidos y diferentes hechos. Somos la historia, aunque en la vivencia del presente no se distinga cómo acudir a reservas del lenguaje inmediatas para hacerle frente también a los reveses de la historia. Marx en el 18 Brumario hace el último esfuerzo para escribir una historia que dé cuenta de la superficialidad del conocimiento de los sujetos que la protagonizan respecto de esas acciones que determinan los procesos históricos. Sin embargo más adelante, instala una utopía, la posibilidad de una sociedad –diríamos, de hombres y mujeres– que en cada gesto, íntimo o público, construyen la historia siguiendo la lógica del poder y de la resistencia, de los avances y los retrocesos, de lo obvio y lo espontáneo. Acontecimientos que pueden torcer o continuar la historia pero que van tejiendo, momento a momento, más allá de cualquier poder instituido,  la lucha por un mundo más justo.

APLAUSOS
Ellos tienen que saber que la muerte de un combatiente no detiene la revolución.
MÁS APLAUSOS
LULA GUERRERO / DEL PUEBLO BRASILEIRO
Vamos a probar que somos la semilla que Lula plantó.
YO SOY LULA /YO SOY LULA
SOMOS MILLONES DE LULAS
¡VAMOS A CURITIBA!


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