“Algo que respire en las pausas”, por Felipe Benegas Lynch



Poemas para no ir a trabajar, de Fernando Aíta. Ciudad de Buenos Aires, La libre, 2019,
56 páginas.






“Es el principal propósito de este panfleto
que las personas trabajadoras se inspiren
y no vayan a trabajar”.



Así reza el epígrafe de estos poemas de Fernando Aíta. Bajo el influjo de grandes inspirados como Gregorio Samsa o Bartleby, el yo poético despliega un abanico de excusas líricas que componen este panfleto hermosamente confeccionado por La Libre.
Ya en las primeras líneas vemos que la voz llama “a no trabajar por amor” y busca la complicidad de su compañera y el respaldo de miles de “almas mancomunadas” que abonan “la imaginación libre”.
“Da para un libro”, dice otro verso, y “Da para que vos tampoco vayas”, invita.
La escritura –trabajo al fin– se plantea como una actividad de otro orden. El trabajo que se quiere evitar es embrutecedor, enfermante y no creativo. La poesía es un antídoto para conjurar esos males. Cual Romeo, el trabajador despierta a su amada:

Amor... amor... abrí los ojos.
Sí, ya salió el sol, y sí, no fui.
Tengo un plan, tranca.

Luego el ingenio se pone en marcha. Lluvia, secuestros, heridas, estudio, donaciones de sangre, medidas de fuerza, descomposturas, familiares enfermos o difuntos, encerramientos, turnos en la justicia, mala señal de teléfono, mudanza, excesos, casamientos, vuelos cancelados, sueños, problemas psiquiátricos: todo es válido para no presentarse al yugo diario. Incluso la “Licencia poética” o simplemente los más llanos “Motivos personales”.
Se trata, a fin de cuentas, de jugar a que el mundo puede ser un lugar mejor, donde trabajar no vaya en contra de la vida:

comer despacio,
dormir siesta, leer,
y escribirte
algo que respire en las pausas.

Aíta publicó los libros de poemas Épica chusma (Ediciones del Dock, 2007) y Lengua extranjera (edición de autor, 2012). En febrero de 2018 sacó su primer libro de cuentos: Aberraciones por amor (Peces de Ciudad). También saca fotos estenopeicas. En 2015 realizó en La Dársena su primera muestra individual: Furgón flashero, y editó un libro desplegable de fotos y textos (ediciones mónadanómada). En 2016 realizó la muestra «Visiones periféricas» en Nivangio y presentó una reversión de «Furgón flashero» en el Centro Cultural de la Cooperación. En 2017 mostró «Vuelta manzana» en el Museo Urbano del Hospital de Clínicas.


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