“Coser el canto”, por Enzo Cárcano



Rapsoda, de Lucas Soares. Buenos Aires, Mansalva, 2024, 56 páginas.  


Del griego rapsoidós, “rapsoda” es, etimológicamente, la unión del verbo ráptein, “coser”, y del sustantivo oidé, “canto”. ¿Y qué es lo que cose el rapsoda en su canto al recitar? Lucas Soares ofrece una respuesta en su más reciente poemario: “palabras con agujas/ que traman en su esgrima/ prodigiosos simulacros”. La recitación, desviada como el poema, no presenta, no expone, sino que deja entrever “lo que las palabras/ no pueden decir”. Y lo hace porque es, esencialmente, movimiento, ritmo. No casualmente Rapsoda –dedicado al poeta, crítico y gestor cultural Raúl Santana, fallecido en 2021–  se abre con un pasaje del filósofo y poeta latino Lucrecio, que sostiene que el clinamen, lo desviado, es lo que rige la creación: si no fuera por ello, “si no declinaran los principios [los átomos] caerían hacia abajo cual gotas de lluvia, por el abismo del vacío”. El rapsoda “encabalga”, entonces, simulacros para ejercer un desvío, para que las palabras no se amontonen sobre lo dicho inerte; es un hacedor, el continuador del movimiento de la creación, de “un remolino/ de hojas secas/ en una calle vacía”, o el de “un rayo de sol/ que cruza un cuarto en penumbras”.
Pero el vaivén de las palabras no se detiene en la música del recitado, sino que reverbera más allá, en el oyente, en su mente cautivada por el baile que emula a las olas del mar, las vibraciones de una telaraña, los reflejos en una pantalla apagada:

simulacros que excitan
al oyente
como la breve espuma
que lame una roca
tras el choque de la ola.

¿Y qué si el movimiento, si el ritmo que es el rapsoda –su recitar– se interrumpe, se detiene, se estanca? ¿Si le sobreviene que las palabras vuelvan a caer sobre “su pesada verticalidad”?: 

sustituyó así 
las palabras 
por la pintura 
del movimiento 
de las palabras 

Ahí, el poema, para seguir tejiendo, para decir el silencio del rapsoda volcado a la pintura, su otro ritmo, el que lo salva todavía del vacío de lo recto, de las palabras que “se encuentran siempre/ con las mismas palabras/ como bichos que se golpean/ tercamente contra la luz”. 
Rapsoda, que lleva un texto de Silvio Mattoni en la contratapa, fue presentado el sábado 7 de septiembre de 2024 en una colmada Fetiche Libros. Al autor lo acompañaron, en la lectura, Jorge Monteleone, con un iluminador texto, y Nahuel Vecino, el artista que creó la obra de tapa. Luego de la presentación, tocó y cantó Bruno Albano.
Lucas Soares nació en Buenos Aires, en 1974. Además de poeta, es investigador del CONICET y docente de Filosofía Antigua en la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía El río ebrio (2005), El sueño de las puertas (2006), Mudanza (2009), Roña (2013), El sueño de ellas (2014), La sorda y el pudor (2016), Un drama eléctrico (2016), La médium (2019) y El poeta y el buey (2021). En 2015 recibió el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes. Obtuvo también la beca de creación literaria de la misma institución. Poemas suyos aparecieron en diversas antologías y publicaciones impresas y virtuales.



alborotadas en un rayo de sol
que cruza un cuarto en penumbras

así chocan y rebotan las palabras
en el recitado del viejo rapsoda
(De “El recitado”)

armó patrones rítmicos
con la vibración 
de las palabras
que chocaban y rebotaban
en su cerebro
(De “La resonancia magnética”)

pintó la desviación
de las palabras
como gotas de lluvia
que se encuentran al caer
por los surcos de la corteza
de un viejo tronco
(De “Las pinturas”)





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