"La incomodidad de los hechos", por Felipe Benegas Lynch


Antonio Di Benedetto Periodista: una historia que pone en tela de juicio el rol de la profesión, de Natalia Gelós. Buenos Aires, Capital Intelectual, 2011, 192 páginas.
 
Antonio Di Benedetto periodista es una rigurosa semblanza del autor que lo muestra en su faceta menos visible, pero no por eso menos importante. Como todo gran escritor, en torno a su vida se han tejido mitos y ambigüedades. Gelos realiza un exhaustivo relevamiento de diversas fuentes, puntualmente detalladas y contrastadas en cada caso, que permite echar luz sobre los hechos más importantes de la vida personal y profesional del mendocino, siempre poniendo el foco en la profesión que Di Benedetto ejerció de modo remarcable.
El balance entre lo personal y lo profesional es atinado para mostrar al hombre detrás del periodista. Porque para ahondar en las luces y sombras de la profesión, es necesario observar cómo vivó quien dedicó su esfuerzo y puso en riesgo su integridad física y la de su familia para llevar adelante dignamente la dirección de uno de los diarios más importantes de Mendoza (si bien su cargo era nominalmente “subdirector”, era director de hecho).
De allí, de la redacción del diario, se lo llevaron los militares que lo secuestraron en 1976 y marcaron el comienzo de un periplo absurdo que habría de marcar su vida para siempre.
Gelós hace honor al Di Benedetto periodista al presentar estos aspectos tan oscuros de su biografía con rigor periodístico y objetividad. Los hechos abundan en el libro, siempre bien respaldados por un obsesivo corpus de citas que permite discernir mito de verdad.
Esto deja en evidencia ciertas miserias del Di Benedetto hombre, especialmente en relación a su tormentosa relación con las mujeres. Como que el “amigo” al que el autor decía haber dirigido las cartas en las que escondía los cuentos que escribió durante su cautiverio era en verdad una “amiga”, Adelma Petroni, que verdaderamente movió cielo y tierra para que lo liberaran y para la cual él no mostró mayor gratitud, al menos públicamente.
El perfil del hombre se complementa con el del riguroso periodista, cuya ética a la hora de manejar la información salvó vidas y le costó el trance más difícil de su existencia.
¿Qué hace una empresa periodística cuando capturan a su director? ¿Qué hacen los otros medios? ¿Qué pasa con la familia de ese director? ¿Y con él si es que alguna vez lo liberan?
El caso Di Benedetto abre todas estas consideraciones y más: nos da la posibilidad de hacer un recorrido por la historia nacional reciente y, en estos tiempos de revisionismo histórico y periodismo militante, nos permite reconsiderar el rol de los medios de comunicación y pensar una ética del periodismo más allá de los intereses sectoriales.
Recorremos así escenas míticas del mundo de la cultura argentina, como el famoso almuerzo de Borges y Sábato (quien intercedió por Di Benedetto, entre otros) con Videla y el heroico protagonismo del Buenos Aires Herald de Robert Cox en esos oscuros años.
Como indica el subtítulo, la de Di Benedetto es “una historia que pone en tela de juicio el rol de la profesión”. Más allá de las opiniones y los juicios de valor, hay hechos, y esos hechos muestran a un Di Benedetto que efectivamente dignificó el oficio periodístico porque se rigió por una ética que no le permitió callar o esconder lo que pasaba, volviéndose de este modo blanco para el terrorismo de estado. En palabras de Gelós: “Di Benedetto quizá no comprendió o no se conformó con saber que, en épocas nefastas, para quienes buscan el silencio o la mentira, los que manejan y difunden la información son ante todo sospechosos porque tienen en su poder el arma más poderosa: la palabra.”
El volumen se cierra con un apéndice que aporta nueve notas periodísticas que nos permiten apreciar la prosa del mendocino. Otro aporte digno de mencionar es la transcripción de la carta que escribió el autor el último año de su vida tratando de que le otorgaran su merecida jubilación –que no obtuvo– y explicando por qué en el año 1976 se habían suspendido “por causa mayor absolutamente insuperable” sus aportes. El documento, de tinte kafkiano, es ilustrativo de las miserias a las que se vio sometido el gran periodista y autor.

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