“Un pasado que ilumina el presente”, por Nicolás Rivero




Brigadistas. Una historia de militancia en la Nicaragua de Sandino, de Claudia Cesaroni. Buenos Aires, Tren en Movimiento, 219, 325 páginas.


Como bien admite su autora, Claudia Cesaroni, Brigadistas es un libro que recopila una experiencia tripartita: la de la Brigada, la partidaria y la íntima. Esta confluencia de vivencias sumerge al lector en otra época y quizás, otro mundo que, sin embargo, es antecedente de este en el que ahora habitamos. 
La década de los ´80 parecía una bisagra para Latinoamérica que empezaba a quitarse las cadenas de sus dictaduras locales y enfrentarse con el gran enemigo que siempre estuvo detrás: el mercado. Estados Unidos y sus aliados no veían con buenos ojos las revoluciones de una región que habían tenido controlada con sus esbirros gobiernos militares.
La Revolución Popular Sandinista del 1979 encendió una nueva alarma; otro país que, como Cuba, se le iba de las manos. Respondieron con una guerra que, para el ´85, hizo estragos de todo tipo en la nación centroamericana. Ante este suceso, jóvenes de entre 18 y 39 años aunaron fuerzas para formar la Brigada del café. Se trataba de 120 voluntarios, veinte de los cuales eran argentinos, que ayudaron a la recolección de café instruidos por los lugareños. La acción fue criticada desde diversos sectores diplomáticos y políticos que se expresaron a través de los medios usuales; de paso, golpeaban al gobierno de Raúl Alfonsín que todavía contaba con apoyo popular.
Cesaroni se enfoca en la pintura de una época donde noticias, libros, conversaciones y compañeros confluyeron para ir moldeando los ideales que la llevaron, años más tarde, a la Brigada. Su crónica es precisa y repleta detalles para lograr este retrato que, no parece muerto y distante, sino más vivo y actual que nunca. Esta actualidad es revitalizada también por la comparación que la autora logra al principio de algunos capítulos con la postura que el gobierno de Cambiemos tomó ante los intentos intervencionistas en Venezuela.
En este sentido, los medios hegemónicos titularon el viaje de los brigadistas como un entrenamiento para el combate de guerrilla, haciendo uso de la excusa del café. Nuevamente, la historia parece repetirse, pensando, ahora a modo personal, en los médicos cubanos que se suman a la pandemia y son señalados por diversos grupos de poder como un intento de adoctrinamiento castrista en nuestro país.
Pero más allá de las analogías que podamos trazar con lo que acontece hoy, Los brigadistas no pierde fuerza y calidad narrativa. Es una minuciosa crónica elaborada con intensidad, amor y compromiso de quienes pueden relatar una experiencia sin señalar con el dedo, pero sí abriendo caminos, como si se tratara de un amigo cercano que nos hace partícipe de sus ideales.
El contraste entre las impericias de la dura vida en Nicaragua, empezando en Matagalpa, con la diversión y la alegría entre los brigadistas y los nicaragüenses contribuyen a una atmósfera entrañable, exótica, pero no por ello anacrónica. Este rescate del pasado que transmuta en presente también encuentra su contraparte en las conversaciones y registros que Cesaroni introduce para generar un relato polifónico, donde se siente la voz de todos sus compañeros que aún siguen en contacto y que la ayudaron a reorganizar la memoria. Gracias a ellos, la historia sigue viva y circulando.
Por otra parte, vale destacar las páginas dedicadas a la denuncia de las atrocidades del periodo dictatorial del que salía Nicaragua. Son parte del testimonio de quienes estuvieron silenciados durante tanto tiempo, pero, particularmente, resalta la voz de las mujeres que soportaron, lucharon y salieron adelante ante las vejaciones, la miseria y la desigualdad.  
Los poemas, frases y fotos que acompañan al texto son un baúl de recuerdos donde la memoria se ordena. Un baúl abierto que debe ser revisado para reencontrar o bien redireccionar los esfuerzos para lograr un mundo más justo. Que esa melancolía que nos dejó el capítulo dedicado a la despedida de los jóvenes y su vuelta a Buenos Aires no sea un cierre o una idea de que esa experiencia fue conclusiva: que sea una apertura para recuperar el tiempo perdido. Brigadistas es un libro que interpela, que nos invita a ser, parafraseando a la escritora, aquellos jóvenes que estuvieron en el lugar adecuado y en el momento justo.

Comentarios

  1. Muchas gracias por la reseña. Solo una aclaración importante: los 120 éramos jóvenes comunistas de la Argentina, no solo 20. Saludos!

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  2. Gracias por la aclaración, Claudia! Saludos

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