“Esas amiguitas”, por Emilia Sofía Cotutiu



Las amigas, de Aurora Venturini. Buenos Aires, Tusquets Editores, 2021, 185 páginas.


La protagonista de Las amigas ya nos la había presentado Aurora Venturini en su obra preliminar, Las primas. Con un personaje ahora de casi ochenta años, Las amigas opera sobre las adversidades de la vejez y los padecimientos que la sociedad reconoce en la ancianidad. Las amigas no aborda tanto la hostilidad del cuerpo que se achaca y la pérdida de la juventud, sino la complejidad de los afectos. Y no exclusivamente los afectos románticos, sino el complejo mundo de las amistades. Yuna es una pintora solitaria que vive recluida en su departamento de La Plata, a quien le cuesta definir las relaciones que la atraviesan: Anabella, una jovencita a la que contrata, e incluso adopta como suerte de alnada, mientras trabaja para ella como empleada doméstica cama adentro; Matilde du Pin, una vieja compañera del Bellas Artes que regresa a su vida luego de mucho tiempo, y Flavia y Fulvia, una pareja de lesbianas a quienes Yuna confunde insistentemente como dos amigas entre sí. 

Todas las mujeres que atraviesan la vida de Yuna Riglos, en Las amigas, son todo lo contrario a verdaderas amistades: cada quien surgirá por intromisión y se aprovechará de la protagonista ya sea afectiva o económicamente. Yuna se nos define como una mujer solitaria; su soledad, de hecho, es un bien preciado que siente reconquistar en cuanto Anabella se marcha para continuar su vida, y terminar reproduciendo los mismos errores que en primera instancia la llevaron hasta su puerta. La misma lógica de errores y excusas repetidas también atravesará a Matilde, y precisamente por ello, Yuna arrancará ese vínculo tras un duelo bastante breve. No obstante, esta pintora que parece capaz de sobrevivir sin el apoyo y la contención de terceros, de todos modos acepta la aparición de estas mujeres por nostalgia, pues “un color invariable rige al melancólico” (39). Ese sentimiento no es más ni menos que la nostalgia por descubrirse de una vez por todas acompañada, marcada desde la infancia por una madre cruel. 

| La novela complejiza y pone en jaque el último recurso esperable en la soledad de la vejez: la sororidad |

Venturini construye exquisitamente a una mujer huraña pero generosa que jamás ha formado pareja, quien lleva a cuestas traumas juveniles que devinieron en un carácter en parte misándrico. La novela, entonces, complejiza y pone en jaque el último recurso esperable en la soledad de la vejez: la sororidad. Nos invita a reflexionar sobre la precariedad de los vínculos y la porosidad de los títulos desde la historia de una pintora que, para afrontar y sentirse a gusto con su irremediable soledad, se aferra a sus cuadros. Decepcionada por la insatisfacción de sus afectos con otras mujeres, y frustrada por el desencanto y la vacuidad de sus vínculos con varones, Yuna expresa el idioma de sus crisis en sus pinturas. Así, lo material se carga de sentimentalidad, como resultado del desencanto hacia lo humano. 

En una posible lectura de la portada de Tusquets, la imagen de cubierta a cargo de Sebastián Freire nos muestra a una mujer duplicada y espejada, quien, a diestra escucha a su interlocutora con actitud atenta y aura receptiva en sus ropas verdes brillantes, pero que a sinistra, muta a furioso colorado y responde con un sorbo de té evasivo; su mirada, o confronta, o se desvía ligeramente perdiendo interés.

“¿Narrable es pero será relatable en el sentido de interpelable esta historia mía que traigo a cuento y con la que me desayuno especialmente después de que termino uno de mis cuadros que tanto valoro y que quedo exhausta y pensativa luego de entender que no tengo más que un apellido de entrecasa berreta y que una vez que vendo mis pinturas en realidad me quedo más sola que la mar en coche?”, se podría preguntar la exitosa pintora Yuna Riglos, sin comas ni puntos, con su curiosa y particular verborragia que se nos sugiere atolondrada a falta de pausas, pero que también resulta reveladora como monólogo de hablante que mira al vacío mientras revela lógicas subterráneas para todos identificables. 


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