“Drama de hombres sin sexo o cómo salir del clóset de manera libresca”, por Walter Romero
No ficción, de Alberto Fuguet.
Buenos Aires, Literatura Ramdom House, 2015, 176 páginas.
Un libro también puede ser una
forma ficcional de poner en palabras la salida del closet, pero además si su autor le pone al libro el sugerente
título de No ficción la pieza puede
entrar en un tembladeral de género y motivar un revuelo de proyecciones e
imaginerías lectoras. Como quien antes publicaba para exorcizar un
amor o librarse de una obsesión, hoy la literatura de allende los Andes nos ofrece
un libro que hace de su homotextualidad –en un diálogo condensado de 170
páginas– una forma de volver “libresco” y autoficcional un coming out. Quien lee lo que el personaje de Alex dice (lo que Alex
piensa) y lo que en contrapartida el personaje de Renzo responde (lo que Renzo
más bien calla o refuta) no puede menos que hacernos pensar que, detrás y
enmascarado -acaso como Stendhal cuando se volvió Henry Brulard-, el escritor y
cineasta Alberto Fuguet (1964) ha decidido trasponer sus fantasmas y fantasías
sexuales. Larvatus prodeo.
Como un Corydon en chileno, dos interlocutores, arropados en principio por
cierta moralina que parece la espesa nube de smog que algunas mañanas cubre
Santiago, dan rienda suelta a sus voces y sus “inconscientes” para dejar al desnudo
la “valencia” o cuánto puede durar y doler un desencuentro que deja –como dice
el tango- un macho sabor.
Este libro de Fuguet –en esta “salida”
al ruedo gay, con golpe de timón narrativo y cambio de sello editorial como
quien muda de piel– sólo puede pensarse, luego de la muerte de Lemebel y como
adyacencia a la literatura gay y cuica de Pablo Simonetti, como una construcción
que es a la vez un homenaje manifiesto al Puig de Cae la noche tropical, al supremo arte de la plática de Ivy Compton
Burnett, y, a un tema gay y whitmaniano por excelencia: cómo dejar que el
cálamo del deseo aparezca entre tanto tallo erecto en la maleza contemporánea. El
problema (o la tensión más bien dialógica del texto) no está, sin embargo, en
la alternancia de Alex y Renzo (que difieren en medio social, cultural,
aspiraciones y temas –resueltos o no– sobre sus propias sexualidades) sino –una
vez más– en el desbalance un poco más global –o geosocial diremos; casi en términos de grindr– de los deseos encontrados que
esta puja verbal deja sobrevolar: las contradicciones de un mundo gay capitalista
contrapuesto a una realidad que parece no querer nombrar muchas otras
modalidades de ser y amar entre hombres, sean estos pobres, mapuches, gays
asumidos o no, haya sexo o no entre ellos. Fuguet hace con este tema, una
cuestión personal y carnal traspolada en las voces de Alex y Renzo como dos
alter egos contradictorios de sus propias fortunas y desavenencias en torno a
su sexualidad y a su rol en la sociedad como artista maduro y consagrado que
“se libera”. El desgranarse de una larga noche (a la manera de El último encuentro de Sándor Marai)
entre dos brothers huevones parece
hipotetizar que ese deseo no es tanto una verdad severa y genital de hombres
liberados y decididos que se asumen sin más, sino una cuestión más lábil,
intrincada –y no por eso menos erógena– que es vértice de enervaciones y
estremecimientos que a cualquiera –como una historia más de no ficción– le puede pasar.
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