Exposición de Jimena Néspolo en torno de los proyectos sobre “Régimen de Interrupción Voluntaria del Embarazo” en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, el día 3 de mayo de 2018.



Buenos días. Me presento: mi nombre es Jimena Néspolo. Soy escritora y madre de cuatro hijos. Jamás aborté. He recibido una educación cristiana, apostólica y romana así que para llegar hasta acá, para hablar a favor de la despenalización del aborto y de la necesidad de una ley que ampare la decisión de las mujeres que sí decidan abortar, he tenido que de-construir mi formación. Mi madre y mis tías me han ayudado a andar y desandar ese camino: ellas sí abortaron (hace más de cuarenta años, cuando la sociedad, y la clase media en particular, era tanto o más hipócrita que ahora). Sé por ellas que no es una experiencia feliz, que no es fácil para una mujer cargar luego con esa decisión, y mucho menos lo es si se la vive desde la ilegalidad, la clandestinidad, y desde la moral judeocristiana que beatifica a la mujer en tanto sea un útero mudo y sacrificial ante el buen Dios.

¿Dije acaso “buen Dios”? ¿Acaso pronuncié la palabra “rey” o “soberano”? Sí. Pero como no vivimos en una monarquía que ampare bajo excusa “divina” los privilegios que unos pocos pretendan arrogarse es preciso que interpelemos los modos, decires y acciones de los gobernantes y funcionarios: para eso estoy acá, para recordarles que es tarea del Estado democrático bregar por el bien común. Porque si hemos de aceptar risueñamente que un líder político afirme, por ejemplo, que –cito–: “A toda mujer le gusta que le digan «¡qué lindo culo tenés!»”; deberemos aceptar también que cualquier mujer responda a partir de ahora: “A todo hombre le gusta que le digan «¡qué lindo pelotudo que sos!»”.
Vivimos en una sociedad que exponencia y multiplica la violencia sexista en todos los ámbitos: sociales, laborales, institucionales. Esto no es nuevo, no. Lo que es nuevo es que las mujeres ya no están dispuestas a soportar este estado de cosas.   
La revista Sur realizó en 1971 una encuesta entre mujeres trabajadoras e intelectuales y las preguntas siguen siendo absolutamente actuales: “Por el hecho de ser mujer, ¿ha tenido impedimentos en su carrera? ¿Ha tenido que luchar? ¿Contra qué y contra quiénes? ¿Cree que las leyes que rigen el control de la natalidad y el aborto deben estar en manos de la Iglesia y de los hombres que gobiernan o bien de las mujeres que, a pesar de ser las protagonistas del problema, no han tenido ni voz ni voto en algo que les concierne vitalmente?” (Sur, N°326, sept.1970-junio1971).
Casi cincuenta años pasaron y las preguntas –formuladas desde una revista-faro en Latinoamérica y Europa, una revista dirigida por una mujer: Victoria Ocampo–  siguen más vigentes que nunca. No hemos crecido como sociedad: las diferencias e injusticias sociales se han exponenciado y el cuerpo de la mujer se ha convertido en el barómetro que revela el clivaje atroz que asume esta etapa final del neoliberalismo. A la productividad del cuerpo vivo de la mujer (en tanto usina reproductora de fuerza de trabajo) se adiciona ahora la explotación pecuniaria de su cuerpo muerto (sólo hace falta preguntarse quiénes se benefician con las muertes de las activistas territoriales y ambientalistas, con las víctimas de los narco-carteles, con la construcción mediática de los “casos” de femicidios).   
Miles de mujeres mueren a diario en abortos clandestinos o víctimas de violencia de género aquí y en tantos otros países del planeta, sin que los Estados lleguen a calibrar la gravedad del problema. No tenemos una dirigencia política que esté a la altura: el cinismo, la falta de información y, lo que es más grave, de imaginación los convierte en meras marionetas del Capital.    
El presente debate en torno de los proyectos sobre “Régimen de Interrupción Voluntaria del Embarazo”,  y la necesidad de una política educativa y preventiva que lo acompañe, debe ser analizado en un escenario de creciente malestar frente al abandono por parte del Estado de acciones que trabajen contra la violencia de género y frente al aumento inequívoco de la violencia hacia la mujer y hacia los más desprotegidos.
Si es cierto –también– que este debate no es más que el necesario corolario de una historia de desposesiones y disciplinamientos a la que la mujer fue sometida para que la ciencia médica moderna y el higienismo androcéntrico del Capitalismo pudieran erigirse, no es menos cierto que cantidad de miles y miles de mujeres en la calle están dispuestas a no retroceder en sus reclamos e incluso dar unos cuantos pasos más adelante para revertir esta situación de injusticia.
Es que como viene señalando la historiografía feminista desde hace décadas el modelo androcéntrico de una economía y de una sociedad basada en la superioridad del “hombre blanco” supone el uso y la explotación de la mujer, de los recursos naturales y de la gente extranjera en términos de expoliación. En un sistema donde la vida está subordinada a la producción de ganancias, la acumulación de fuerza de trabajo sólo puede lograrse con el máximo de violencia para que la violencia misma se transforme en la fuerza más productiva. Desde una perspectiva global, esta parece ser la explicación más efectiva para comprender el rebrote de la violencia de género en contextos donde prima, sin embargo, un discurso modernizador en términos de liberación sexual y consumo. El reciente fallo de la corte española que absolvió a los victimarios de una violación colectiva perpetrada en Pamplona es un mero ejemplo de cómo los Estados minimizan el problema estructural de estas sociedades sostenidas por un sistema de alianzas patriarcales que sellan a través del cuerpo de la mujer, asumido básicamente como despojo o, en el mejor de los casos: mercancía, la reproducción de un sistema de valores que gira en torno al dios “Dinero”.
Yo, como miles de mujeres, estoy acá para decir: NO. Para decir: BASTA.
Ustedes tienen la gran responsabilidad histórica de empezar a revertir esta situación, devolviéndole a la mujer la potestad sobre su cuerpo, y robusteciendo la salud y la educación pública. Ojalá estén a la altura de las circunstancias. 


http://www.diputados.gov.ar/prensa/noticias/2018/noticias_0512.html

Registro audiovisual de la COMISIÓN COMPLETA: H. Cámara de Diputados de la Nación - 3 de Mayo de 2018





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