“Un lugar donde habitar” por Jimena Néspolo

 



Discurso poético y éticas del apartamiento. Alberto Girri y Juan L. Ortiz, de Mariano Calbi. Buenos Aires, Katatay, 2022, 305 páginas.



Hubo un tiempo en que ética y poesía, poesía y ética, se aliaban en una misma demanda: la necesidad preservar el misterio inaprensible que la palabra poética encierra de los regímenes de adecuación y visibilidad reinantes. La intelligentzia, motorizada en el ejercicio de la duda antes que en el de la constatación, abrazaba esa imposibilidad que ofrece el poema, ese exceso o don que conjura todo intento de comprensión total, como principio constitutivo de un modo de estar con lxs otrxs y tramar comunidad. Aquel número emblemático de la revista La Biblioteca, de invierno de 2005, centrado en la pregunta por la existencia de una filosofía eminentemente argentina, se abría entonces con un artículo de Oscar del Barco, no menos significativo, donde analizaba el poema “Las raíces y el cielo” de Juan L. Ortiz como un poetizar filosófico que enseña-sin-enseñar y dice-sin-decir, pero que no obstante así se ofrece como amparo a la intemperie: “El poema, en su totalidad, se presenta como una ascesis que culmina en el amor. Amor, dijimos, es la última palabra del poema, el punto de salvación, la síntesis del mismo, la conjunción, en la ‘melodía más difícil’ de todos los temas anteriores” [1].  

Se lo tildó de místico, participó de la célebre polémica recordada bajo el lema “No matar”, que supuso el cruce de cartas y la purgación de culpas entre Héctor Schmucler, Luis Rodeiro y otros tantos compañeros, pero la lectura pionera de Oscar del Barco sobre la obra de Juan L. Ortiz desde una ética basada no en un decir-expreso, sino en una negatividad cuya base es el misterio poético en tanto donación marcó a varias generaciones.  

En esa confluencia de legados, se inscribe el ensayo Discurso poético y éticas del apartamiento de Mariano Calbi, para amplificar el campo de resonancias hacia otras zonas liminares. Calbi observa que hay una noción que orienta el análisis de las obras de Alberto Girri y de Juan L. Ortiz: el habla, asumida como morada en la que el hombre existe o habita en su relación de pertenencia mutua con el ser y en la que se encubre y des-encubre la presencia de lo presente, es pensada como una ética. Dentro de la crítica vernácula, ambos poetas cosecharon copiosas lecturas, no obstante lo cual muestro autor encuentra un denominador común, un modo de poetizar que pone de manifiesto una experiencia ética que “excede el ámbito de representación basado en las valoraciones del sujeto”; un hilo conductor caracterizado por: 1) Un apartamiento de la concepción metafísica en la que el habla es reducida a mera emisión sonora o a una serie de sonidos portadores de significados. 2) Ambas obras contribuyen a esclarecer de qué modo la experiencia ética puede ser pensada por fuera del ámbito metafísico de los valores. 3) La experiencia ética del poetizar de Girri y de Ortiz señala un punto irrepresentable de encuentro entre dos obras formalmente distintas en su organización textual.

Hay por tanto una copertenencia entre poetizar y pensar; la imposibilidad de considerar estos ítems por separado responde a un decir que deja que las cosas entren en presencia como tales, sin que ese decir pueda transformarse jamás en dicho. Galimatías que, en la lectura del ensayo, se desvanece al ir comprobándose a lo largo de los capítulos, que en ambas obras prevalece, por sobre las evidentes diferencias, una experiencia aguda y particular de vacío que hace que el habla de los poemas abandone la mera emisión sonora: “El habla es asimilada al ethos, al lugar en el que la ética puede ser experimentada como un hablar que responde al anonadar que en el presenciar anonada” (página 293). Allí es donde Calbi observa una ética del apartado, es decir de aquello que aleja el habla de todo lo que determine una predicación en términos de valoración o de juicio, puesto que para el poetizar no hay caminos trazados o prefigurados de antemano: al poetizar el habla se aparta del mero representar de la unicidad para entrar-en-presencia de lo múltiple. 

| una ética que vincule ciertas figuras desvastadas por la abstracción siguiéndolas en las derivas de su habitar en y desde el lenguaje |

“Poéticamente habita el hombre”, apuntaba Hölderlin en un poema tardío. “En la tradición de la filosofía occidental, el hombre aparece como el mortal y, a la vez, como el hablante” –dice Giorgio Agamben en la serie de conferencias presentadas bajo el título El lenguaje y la muerte, en donde retoma la estela de estudios abiertos por Martin Heidegger, al analizar las relaciones entre poesía, pensamiento y habla–: la facultad del lenguaje y la facultad de la muerte encuentran un vértice común en el hombre. Pero el filósofo italiano observa también el momento en el que el habla se hace acto en la voz, “esa bestia en fuga” que nos parece sentir que se aleja crujiendo mientras pronunciamos determinadas palabras: “Cómo hables ahora, eso es la ética”, concluye [2].

El reflexivo ensayo de Mariano Calbi retoma estas cavilaciones que van de la animalidad a la humanidad del habla (y viceversa), para pensar una ética que vincule ciertas figuras desvastadas por la abstracción siguiéndolas en las derivas de su habitar en y desde el lenguaje: “El habla es la ‘casa del ser’ acontecida y traspasada por el ser –dice– y por eso la esencia del habla hay que pensarla como su ‘correspondencia’ con el ser, o sea, como la ‘morada de la esencia del hombre’. El habla no es una facultad más del hombre: es la morada en la que el hombre ec-siste y en la que, por consiguiente, resguarda la verdad del ser en el ámbito de la relación de pertenencia mutua que los reúne” (101).




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[1] Porque “lo que llamamos hombre es lo que llamamos intemperie”, dice allí Oscar del Barco. Ver: Del Barco, Oscar. “Consideraciones sobre un poema de Juan L. Ortiz” en: La Biblioteca. Número doble 2-3, Buenos Aires, invierno de 2005, pp.9-15. Ver, tabién del mismo autor: Juan L. Ortiz. Poesía y Ética. Córdoba, Alción, 1996. Ver las cartas del mentado debate en: AAVV. No matar. Sobre la responsabilidad. Córdoba, Editorial Universidad Nacional de Córdoba, 2007.

[2] Agamben, Giorgio. El lenguaje y la muerte. Un seminario sobre el lugar de la negatividad. Valencia, Pre-Textos, 2002.



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