“Osvaldo Lamborghini ancla en Buenos Aires como artista plástico”, por Silvana López




Yo soy tu proveedora
. Galería Del Infinito, Av. Presidente Quintana 325 (CABA), agosto-octubre 2024.


Osvaldo Lamborghini arriba a Buenos Aires, como lo hizo el marqués de Sebregondi, para instalarse como artista plástico en una galería de arte que curiosamente se llama Del Infinito y que por primera vez pone a la venta una parte de su obra.

Ancla en Buenos Aires y como Sebregondi llega y retrocede, se excede. No en “Arenales y Callao” sino en Av. Quintana, a metros de Callao, en un edificio de estilo francés, de pisos de mármol y vidrios biselados, en el que un amable señor permite el ingreso. La muestra es producto del trabajo incesante de Agustina Pérez, su curadora, del cuidado de Elvira Lamborghini y de Julián Mizrahi, que ha realizado un excepcional montaje que permite visualizar el verso y reverso de cada obra.

Errante, retorcida, fragmentaria, sin la intención de plasmarse en representación, la muestra Yo soy tu proveedora exhibe un mundo imaginal que hace vibrar el soporte sobre el que se asienta y, en tanto sismo que agita lo moviente, pide una reconfiguración de la mirada, de las genealogías, de las estéticas. Cómo reformula el mapa del arte esta “cápsula del tiempo que nos visita ahora… que aparece cuarenta años después de ser producida”, como ha comentado Mariano López Seoane ; qué filiaciones, discontinuidades o perturbaciones contienen o expelen sus obras; qué figuraciones de artista plástico hubiera construido Osvaldo Lamborghini fuera de su “tallercito”; cómo mata Yo soy tu proveedora a Teatro proletario de cámara; cuál es el “chiste”, son algunas de las preguntas que provoca este acontecimiento inaugural.


Osvaldo Lamborghini es un escritor cuyos textos han sido editados como Obras Completas, traducidas en videos, en ópera y obras de teatro; es decir, el lienzo Osvaldo Lamborghini no está en blanco, está lleno, lleno de lecturas y de imaginarios literarios y visuales, también de preconceptos e inclinaciones, por lo tanto, la muestra provoca un trabajo de atención, el de atravesar y suspender esas conceptualizaciones para que se libere una posibilidad ‘otra’ de mirar y captar su singularidad.

Páginas de revistas pornográficas y de libros, relatos eróticos, textos mecanografiados, conforman el soporte de la obra. Si “sus subrayados eran perfectos” nada hace pensar que la selección de imágenes es al azar. Flechazo, recorte, ablación y apropiación es la operación del ojo y de la mano de Lamborghini, luego la intervención de los cuerpos desnudos y semi vestidos, de bocas abiertas y llenas, de órganos femeninos y masculinos, de manos y piernas relajadas y tensas, de expresiones y escenas de deseo, de placer y de violencia con materiales como fibras, témperas, cola de pegar, efluvios corporales y anotaciones a lápiz que delinean, destacan, borronean o redibujan imágenes dentro de las imágenes, mediante colores de una paleta que entre otros, contiene el rojo, el blanco, el verde, el amarillo, el negro. Ese modo de intervenir órganos, cuerpos y escenas, con capas de materiales y coagulación de colores, produce relieves, opacidades y transparencias que trastornan los espacios del soporte para remarcar y articular otras espacialidades y así desestabilizar el orden de la imagen de la revista recortada. 

A diferencia de lo que sucede con otros pintores, que luchan con los fantasmas de los “clichés” que están en la tela antes de comenzar a pintar, Lamborghini tiene los clichés ya plasmados en el soporte y, además, unos que van más allá de un tímido ojo posado sobre el escote de una dama, como se observa en la obra de William Hogarth. 

El trazo diagramático, por lo tanto, estira y agranda un dedo, una boca; borronea una pose, un beso, una penetración, un perfil; derrite un cuerpo o produce la fulgurante continuidad del rojo entre los labios de una mujer y un órgano masculino, espesor que desdibuja o refocaliza la escena con la elevación del color. De ese modo, Lamborghini borra los clichés previos, desplaza y desarticula lo pornográfico para que aparezca la figura de los cuerpos, erotizados, deseantes, eclesiales, y la de las marcas, de los flujos, de los colores, de los materiales pegoteantes y espesados. La forma trae la figura generando un umbral de variaciones y el trabajo de las imágenes gesta o configura una estética.


No hay arte sin mirada que lo vea como arte. En el cruce entre el conceptualismo, el readymade, los materiales devenidos estéticos como diarios, afiches publicitarios, restos, objetos, fragmentos, materiales de desecho de la sociedad de consumo, también entre los imaginarios como el del arte rupestre o el arte indígena, el de las ánforas griegas, el arte del desnudo o los clichés de la pornografía, Osvaldo Lamborghini desdobla la superficie del cuadrado haciendo aparecer una segunda imagen sobre la primera que se aleja de la representación para mostrar una intensidad, una expresión, una hechura de lo pictórico que resuena en “la lógica de la sensación” deleuziana.

El trabajo de la crítica en Yo soy tu proveedora es ineludible, el de las albaceas, el de la curaduría, el del galerista, el de todos los que hicieron posible la constitución de una visibilidad nueva del arte de Osvaldo Lamborghini. Y algo más, también Sebregondi hubiera llegado a esa casa afrancesada para mirar y ser nuevamente mirado.


Comentarios

Publicar un comentario