"Regueros de familia", por Valeria García

 Dos cuentos maravillosos, de Alejandra Bosch. Martínez, Baldíos en la Lengua, 2020.

 


Abrir un libro en cualquier página y empezar a leer con el ímpetu de quien siente que conoce la historia. Esos vaivenes del saber o del creer saber la totalidad de un relato de vida, se percibe casi sensorialmente en Dos cuentos maravillosos de Alejandra Bosch.

Esta novela se presenta como una construcción de la historia familiar de Amanda Boyle desde los fragmentos de diarios íntimos, de cartas y de los relatos literarios de una mujer que tiene el afán de ser famosa, pero no de disfrutar de esa fama. “Los recuerdos son todo para mí” le escribe Amanda a su hermana Cecile en una carta que expresa la necesidad de que esas memorias edifiquen la reconciliación familiar que tanto desea la protagonista de esta obra; ya que todos los recuerdos aparecen como constructos de un pasado plagado de aristas. Las perspectivas de esas memorias compartidas pero vistas desde cristales diferentes se canalizan en Julián, el hijo de Amanda, que intenta conjugar esos puntos de vista matizados por su propia experiencia. La idea de sentar nuevas bases para una historia propia es lo que impulsa a Julián a deshacerse de ese pasado colmado de entredichos y tensiones.

El libro es un cúmulo de historias que crean un lazo entre los relatos ficcionales de Amanda, sus cartas y los diarios de su madre. Estas historias se entremezclan con las ansias por salir del agobio del encierro, del ser para otro que significa cuidar a un enfermo; la añoranza del encuentro con el padre o con aquel ser que le dé paz y contención; la unión de esas hermanas que deben, no por deseo propio sino por decisión de aquellos que velan por su bienestar, separarse y dejar de ser hermanas para pasar a ser un recuerdo de una relación supuestamente indestructible. Cuando estos relatos comienzan a vagar por el mundo extrafamiliar, la historia en sí se transforma en literatura, ya que cuentos como inicios de novelas que quedaron inconclusas se yuxtaponen con los documentos familiares y, estos últimos, empiezan a ser leídos como ficción.

El deseo de transcender a partir de las artes, el deseo de ser, de compartir y de construir una vida más allá de los recuerdos signados por el dolor o por el amor, se condensa en una frase que da cuenta cabal de todo lo que se ve en Dos cuentos maravillosos, pues “esa es parte de la historia, lo que sigue es literatura”.

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