“Voces federales”, por Javier Geist
El puente: cuentos de autores tucumanos
compilados por Fabián Soberón. Tucumán, La Papa, 2020, 150 páginas.
Pasemos
ahora a los cuentos. Anteriormente mencioné, en concordancia con lo expuesto
por el compilador, que en ellos puede apreciarse la asimilación de una
literatura nacional (y universal), desde el primer cuento: Así es mamá de
Juan José Hernández. El cuento juega con la sutileza y la insinuación desde la
voz narrativa de un niño, hijo de una madama, que se enfrenta a la posibilidad
de ir a un colegio pupilo. Aquí el lector debe reconstruir el universo a través
de la mirada infantil en la que lo grotesco es dejado a la inferencia como en
el cuento de Silvina Ocampo “El pecado
mortal”. Un ejemplo: “Al principio mamá me pidió que si alguien
en la calle me preguntaba quiénes eran esas señoritas yo debía contestar: son mis
primas. Sin embargo, como después de un tiempo las supuestas primas se iban y
eran reemplazas por otras, ella juzgó conveniente llamarlas pensionistas” (p. 25).
Pero el juego intertextual no se agota allí. Hacia el final del cuento encontramos
una evocación lacaniana que podría emparentarse con la literatura desarrollada
en la revista Literal de la mano de autores como Germán García o Luis
Guzmán, surgiendo en frases como: “le voy a sugerir que me embadurne la cara
con betún y me rice el pelo: me convertiré en el negrito de los mandados” (p.28).
Y no es sólo la asimilación de una
tradición literaria nacional, porque en cuentos como “Regalofobia” de Daniel Dessein se aprecia un diálogo con
la literatura universal, haciendo convivir en una historia que toma la forma de
ejercicio narrativo a O. Henry, la Biblia, Oscar Wilde, Madonna, Fidel Castro y Cristóbal Colón en un humorístico choque multicultural basado en la
búsqueda de un regalo. Y en esa clave humorística encontramos “El acta” de César Di
Primio, quién en tono policial (literalmente el cuento adopta la forma de un
acta labrada en una comisaría) y previniéndonos al inicio que: “es necesario
aclarar que el Agente Enrique L. Pellegrini, redactor del presente informe, en
sus horas de ocio ejerce una ligera aflicción por la literatura” (p. 80), narra
un extravagante crimen.
Un
elemento que aparece en varias obras de la literatura argentina desde mediados
del siglo XX hasta principios del XXI fue la dicotomía peronismo-anti peronismo.
Resulta interesante cómo en algunos cuentos aparece el trabajo con estas ideas.
La primera muestra es “Una pistola
vacía” de Gabriel Guanca Cossa, que pivotea entre “la
contundencia de los cuentos de Saccomanno” (p. 10) –en palabras del compilador–
y la precisión de Rodolfo Walsh: dos ex guerrilleros se encuentran después de
mucho tiempo y un arma sin municiones es el elemento clave en un crimen de
estado, el resto está en el cuento. Por otro lado, “El tren” de Jorge Estrella es una obra que se destaca por
el tejido de referencias que labra con la tradición literaria. Si existe una
forma de presentarla es sugiriendo que evoca perfectamente las malas
interpretaciones de “Casa tomada” de
Julio Cortázar. Entre el clima onírico y la ironía recrea el periplo de un
campesino que, con el objeto de conocer al General, se sube a un tren cargado
de militantes peronistas. La obra versa entre El matadero de Esteban Echeverría
y el Diario de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares. El cierre de
esta tríada lo da “Tiempos modernos”
de Sebastián Ganzburg, donde una empleada de un call center enloquece y
renuncia a su empleo al grito de “¡viva Perón, carajo!” (p. 74). Una obra que
podría estar en diálogo cómodamente con Also spratch el señor Núñez de
Abelardo Castillo y hasta con Relatos Salvajes de Damián Zifrón.
No
puedo dejar de destacar la fuerte presencia del fantástico en algunos relatos
de este volumen. Dando inicio con “La
escopeta” de Julio Ardiles Gray donde la irrupción del
elemento fantástico se da de manera sutil y logra transmitir la incertidumbre
del protagonista hacia el lector en un párrafo final contundente. Por su parte,
“La última ballena” de
Horacio Elsinger se acerca a la cuestión ecocrítica a través de una anécdota
pintoresca en el sentido estricto de la palabra, dando inicio con la frase: “No
recuerdo con precisión la fecha en que la ballena llegó a Tucumán, entonces yo
era un niño de nueve años” (p. 29). El fantasma blanco de Moby Dick de
Hermann Melville acompaña el relato hasta la reflexión final mientras se narra
detalladamente la vida en el pueblo. En “Deja
vu” de Alejandro Nicolau y “Fantasmas” de Hugo Foquet el tiempo en la narración juega
un papel fundamental: mientras el primero nos da un protagonista que posee el
don de la clarividencia atrapado en un infinito bucle de tiempo, el segundo ofrece
un diálogo entre marineros perdidos en un tiempo que no es el suyo.
Los
veinticinco relatos que forman parte del volumen son un magnífico ejemplo de la
potencialidad de la narrativa argentina en todas sus variantes. No pretenden
ser catalogados por su procedencia geográfica sino por su calidad literaria.
Los cuentos reunidos son un excelente punto de partida para explorar voces que
no han tenido la suerte de alcanzar mayor difusión.
[1] Resulta
imperioso remarcar que no se trata de la primera incursión de Soberón en la
divulgación. Véase su trilogía documental compuesta por Luna en llamas (2018)
sobre Inés Araoz, Alas (2019) acerca de Jacobo Regner y Groppa:
un poeta en la ciudad (2020) sobre de Nestor Groppa. Las tres producciones audiovisuales y
otras obras están disponibles en el canal de YouTube del autor: https://www.youtube.com/channel/UCCoBwBexIt6Ko1KboIscBwg/videos
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